Con estas tres escenas que tomé en mi computadora de la película The Last Temptation of Christ (La Última Tentación de Cristo) de Martin Scorsese estoy ilustrando cómo fue mi ¨reencuentro¨ con la historia bíblica de Lázaro o Lazarus, hace unas semanas atrás.
Yo jamás me cuestioné los relatos de la Biblia, viendo a todos ellos como históricos; sé muy bien por haber leído revistas arqueológicas que algunos consideradas ¨hechos¨ no lo han sido, siendo uno de los principales misterios el éxodo en el desierto, por falta de evidencia concreta de restos humanos, animales, basura, comida, de un desplazamiento masivo de personas.
Para mí, la fe es así de simple, se cree o no se cree, pero Lázaro, finalmente es un personaje histórico de un santo o de un obispo?
Y viendo estas imágenes, de pronto pensé ¿Qué vió Lázaro durante su muerte? ¿Qué pasó luego que resucitara? ¿Cómo tomaría la sociedad el hecho de tener un resucitado entre ellos? ¿Cómo se subsanó la descomposición del cuerpo? ....
Doy por seguro que si esta película se hubiera hecho en plena era digital, Lázaro hubiera mostrado restos espantosos de la descomposición de cuatro días, un tema que nunca me había planteado. La película muestra claramente que los testigos sienten el hedor, y el mismo Cristo se espanta de ver a su amigo en ese estado.
La resurrección de Lázaro. De Vincent Van Gogh, 1890
La resurrección del Lázaro, según Rembrandt. Una versión poco creíble...
Andreyev, apoyado en la leyenda de Lázaro, nos da un final posible de su vida futura, pero fundamentalmente, la descripción del sufrimiento del que ¨ha resucitado luego de cuatro días¨, el temor de la gente que lo circunda, todo ello explicado con bellas palabras que llegan al corazón; el cuerpo descompuesto se regenera lentamente, aún así, da impresión sólo mirar a los ojos de Lázaro, quien se convierte en un peligro para la defensa de la religión y política vigentes.
He tratado de ahondar en la leyenda, y en wikipedia se explican las distintas versiones, según la rama del cristianismo, de la vida ¨post mortem¨ de Lázaro, santo y obispo de distintos lugares según quién lo establezca.
Mientras indagaba, dí con un cuento corto homónimo al de Andreyev, escrito por el autor contemporáneo John Connolly, quien ya por el nombre presta a confusión con el famoso americano Michael Connelly.
(Dicho sea al pasar, me divierte ver en la biblioteca cómo algunos autores tratan de tomar nombres ficticios parecidos a los famosos del género que escriben, lo más divertido, los bibliotecarios los ponen cerca y da como para comprar erradamente....)
No tengo pruebas para decir que Connolly tomó el nombre de Connelly y tal vez sea su verdadero nombre; pero lo que sí puedo afirmar, luego de leer su cuento corto Lazarus (en google books), publicado en The New Dead: The Zombie Anthology (2010), es que el autor toma la idea de Andreyev, describe también la descomposición obvia en el cuerpo de Lázaro, el rechazo de la gente, su aislamiento, con un desenlace de segunda muerte distinto, pero igual en esencia.
Cuando Connolly habla del cuento, dice que él es un escritor natural de historias cortas, y éste se le ocurrió porque siempre estuvo preocupado con Lázaro, que él utiliza para un relato de zombies. Lean el testimonio original en este link:
Si Andreyev estuviera vivo, ya lo habría acusado de plagio, no es necesario conocer mucho de la ley de plagios para darse cuenta que una idea publicada a principios de siglo XX, con un público lector muy distinto al que se dedica a la lectura sobre zombies, se repite, como resumen insensible, y después de todo, los jóvenes lectores jamás atarían cabos.
Esta es mi opinión definitiva, es muy difícil relacionarlos salvo que buceemos en las redes buscando cuentos con el mismo nombre.
Por supuesto, este cuento carece de la emoción de su ancestro original, Connolly está muy lejos de tener la maestría del escritor ruso.
He encontrado algunas diferencias en las traducciones al inglés on line, y más allá del libro de fantasmas en project Gutenberg, les recomiendo esta traducción que parece más moderna y meticulosa para nuestro lenguaje actual, un imperdible: