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Monday, February 15, 2016

Reflexiones sobre ¨Experimenter¨


No voy a hacer una crítica de la película, que de hecho me pareció excelente, pero tengo que reconocer que me llegó al corazón, por varias razones, entre ellas ser investigadora formada y ser una socióloga de intención, en otras palabras, me interesa ampliamente la sociología porque es un complemento infaltable de la arquitectura y el urbanismo.
 La película Experimenter es biográfica sobre el Dr psicólogo social Stanley Milgram y si esperan ver super acción, pues no hay caso. Es una película para pensar y si Ud está en el ámbito de la investigación universitaria, muy probablemente vea su caso de defensa de tesis reflejado.
Dentro de lo que más me afectó, recordaría una anécdota de mis quince años, cuando en la fiesta de quince de una de mis amigas, tomé una revista de su familia italiana, al azar, y ví algunas fotos del holocausto, una de ellas la que se ve en la película ¨La Vida es Bella¨ con los cadáveres esqueléticos apilados. Esta foto me marcó profundamente, porque si bien las guerras mundiales se mencionaban y describían -someramente- en los manuales escolares de la época (perdón, no me confundan con una momia o una pieza de arqueología!!!), estas fotos no se publicaban en los libros de Argentina, y mucho menos cuando teníamos nazis refugiados en Buenos Aires y Paraguay. Esto es tema de otro post..... 
La película trata sobre  una serie de experimentos que Milgram llevó a cabo en la Universidad de Yale acerca de la obediencia a personas con autoridad. Su obsesión se basa en sus raíces judías y sobre la capacidad de personas de cometer atrocidades en los campos de concentración.

Esta obsesión lo lleva a experimentar con métodos no ortodoxos, tal vez crueles, pero que demuestran cómo el ser humano es una caja de sorpresas en el momento de actuar bajo la autoridad, y no necesariamente bajo órdenes impuestas con gritos o fuertes comandos, sino con lenta disuasión, lo que uno debe seguir porque las reglas así lo dicen.  
Angustiante para mí que he pasado mi juventud escuchando las palabras ¨obediencia debida¨. No necesitamos transportarnos en lejana historia europea para revivir la cadena de autoridad constantemente, los hechos sobre desaparecidos en Argentina son ejemplos suficiente.

El método del experimento en cuestión consiste en elegir a un ¨maestro¨, o la persona a ser evaluada, quien tiene a su cargo un ¨estudiante¨, quien era parte del equipo de Milgram. El ¨estudiante¨ está en otro cuarto, y cada vez que el ¨maestro¨ hace preguntas pre establecidas y comete un error, el ¨maestro¨ debe aplicar un castigo consistente en una descarta eléctrica, en escala ascendente a medida que los errores se suceden. En algún momento el ¨estudiante¨ pide salir del cuarto, a veces no responde y ya pensamos que está desvanecido o muerto o descompuesto. Lo más curioso del experimento: la gran mayoría de las personas ¨maestros¨ continúan aplicando el castigo, a pesar de las dudas y los cargos de consciencia. 

Una pregunta clave del Dr. Milgram es ¨Quién cree Ud que es responsable?¨ Nadie se siente personalmente responsable. Las culpas se cargan a otros más arriba en la cadena de comando. Sin embargo, no tenemos libre elección? Porqué no parar con lo que es nocivo, destructivo, ajeno a nuestros ideales, ajeno a la moral, aún a riesgo de nuestras vidas???  Es terrible imaginar lo que uno podría hacer en una situación crítica y concluir, bajo un experimento socio-psicológico que no nos conocemos a nosotros mismos.
Recuerdo una de mis amigas diciéndome ¨entre dos males, elegí el que menos mal te hace.¨ Las palabras me vuelven a la mente, porque en la selección, hay otros que son afectados en mayor o menor grado, gracias a nuestra selección... 
Y también tengo vagos recuerdos de una vieja película sobre personas refugiadas en un bunker donde los conflictos van creciendo y los personajes se van tornando monstruosos a causa de su encierro y el instinto de supervivencia.
Otra película que me marcó de adolescente, una en blanco y negro sobre naúfragos, que van a la deriva en un bote y se turnan para que alguno/s queden en el agua, sosteniéndose del bote para no dar más sobrepeso, en un mar infestado de tiburones. Y ya me estoy divagando, es que hay tantos ejemplos........

Hay mucho para analizar y reflexionar sobre la película y el trabajo de Milgram. Por ejemplo, cuánta influencia tenía él en su esposa? Este tema no lo he visto en posts afines, pero he de notar que una de sus estudiantes acusa indirectamente a su esposa de trabajar para él bajo coherción. Interesante. Tal vez el doctor aplicaba los mismos métodos en su vida privada.
En otra escena, él está en un restaurant hablando con su esposa y los hijos están sentados en el bar. Y él, amablemente les pide que les den la espalda. Me pregunto cómo hubieran reaccionado mis propios hijos en su lugar, me habrían dicho ¨qué te pasa ma/pa?¨. Por supuesto, otras generaciones más avanzadas..... Sus hijos parecen obedecer sin cuestionamientos y no me queda en claro si es la época o sus métodos. 

Pero no nos dejemos engañar por una película. He quedado tan tentada de llegar más a fondo con el tema, que encargué el libro del Dr Milgram, Obedience to Authority. An Experimental View, y lo estoy esperando. Mi directora objetaría la fecha de publicación, 1974, como libro ya fuera de los circuitos de investigación.

Al respecto, y para mi conformidad, he leído el artículo
y si bien sus métodos han sido criticados por aberrantes, por provocar angustia en los experimentadores, por fuerte coherción psicológica, la teoría está aún en vigencia y los años han dado paso a nuevas conclusiones de otros psicólogos. 

Espero poder evaluar el libro desde un punto de vista profesional objetivo y compartir un nuevo post. Aunque la psicología, psiquiatría y filosofía no son mis fuertes, haré el mejor de los intentos.

Sunday, July 5, 2015

Personas, hechos y lugares en torno a la Manzana de las Luces. " Los primeros empapelados de Buenos Aires."


Hace casi cinco años ya, había publicado un post en mi blog de arquitectura sobre el Empapelado artístico en las paredes de las casas del Virreinato del Río de la Plata, con permiso para reproducir parcialmente el texto publicado en ¨El Virreinato del Río de la Plata. 1776-1810¨, Pág. 47 a 50, edición de la Sociedad Rural Argentina, 1976. El autor del mismo, es el Dr. en Historia Juan Carlos Arias Divito, quien tiene una nueva publicación al respecto en ¨Personas, hechos y lugares en torno a la Manzana de las Luces. Los primeros empapelados de Buenos Aires¨. Edición Junio del 2015. 
 A continuación reproduzco dos de las páginas y transcribo parcialmente un breve resumen acerca del autor.



Juan Carlos Arias Divito nació en Bolívar, provincia de Buenos Aires. Tiene su doctorado de historia en la Universidad Complutense de Madrid. Es investigador de historia y miembro de numerosas instituciones, entre ellas la Junta de Historia Eclesiástica Argentina. Su libro ¨La Administración General y Factoría de Tabacos y Naipes de Santa FE, 1779_1812¨ recibió el 2º Premio de la Academia Nacional de la Historia Argentina. Fue distinguido ¨Historiador Porteño¨ por la Legislatura de la Ciudad.


La presentación del libro se hará en la antigua Sala de Representantes, Perú 272, Manzana de las Luces, CABA, el día 15 de Julio a las 12.30 hs.

Mis sinceras felicitaciones para el Dr. Juan Carlos Arias Divito!

Tuesday, January 28, 2014

The Call of the Toad. Malos Presagios. De Günter Grass


He terminado de leer esta ¨novela¨ de Günter Grass, y mientras buscaba con esfuerzo el nombre traducido al español (literalmente), dí con la crítica en el New York Times, escrita por Peter S. Scott, que refleja mis propios pensamientos, exactamente, al punto que pensé, porqué a Grass le habían dado el premio Nobel (y no a Borges...). Debajo, reproduzco mi opinión rasa en las palabras de Scott:

¨A wit was once asked how he expected to spend eternity in Heaven. He replied: "With English books and German music." "And how," he was asked, "would you spend eternity in hell?" "With the reverse, of course."
An overstatement, surely, but it's nice to think that in the latter eventuality he'd find Gunter Grass's new novel on the Stygian shelf. Compared to some of Grass' major efforts--"The Tin Drum," for instance, or "Dog Years"--"The Call of the Toad" is short; it only seems if one needs an eternity to get through it. (.....) Is it possible that this book, in the original German, has some charm? I have no way of knowing, but I suspect that if "Toad" were not by Grass, it would not have been published here. It's not likely to find an audience here; like local wines, some European novels don't travel well.¨
Claramente, a él también le llevó una eternidad leer esta novela, que de novela no tiene nada, salvo la clasificación comercial. Diría que es un compendio de datos económicos y geográficos, terriblemente aburridos, en forma tal que parece un reporte financiero.
El argumento es bien sencillo: un señor alemán viudo, Alexander Reschke, entabla conversación, por accidente, con una señora viuda polaca, Alexandra Pietkowska. Se sienten atraídos mutuamente, por sus coincidencias -incluídos los nombres y actividades afines- ella lo invita a él a visitar la tumba de sus padres, y, casualmente surge la idea de hacer una asociación (que funciona como corporación) para la creación de un cementerio de reconciliación, donde los que han sido repatriados, o, quienes luego de las guerras han quedado viviendo en otro país por las nuevas trazas geográficas, pudieran ser enviados a su lugar de origen, precisamente Danzig (Alemania) que para la caída del muro de Berlín ya es Gdansk, Polonia. Cabe aclarar aquí que lo insólito de ambos Alexander/dra en su juventud, habían pertenecido a distintos partidos, él enrolado en las filas nazis, y ella comunista de alma. Aquí, Grass emula su propia biografía, de militante en el nazismo; Alexander dice ¨que fue una aberración¨, y Alexandra, si bien en su cincuentena reconoce que el comunismo no ha cumplido con sus ideales, aún suspira por los principios comunistas. Su unión con Alexander implica una unión ideológica.

Una imagen de la película, bajada de http://www.fame.uk.com/Completed_Films/Call-of-the-Toad/
Para aquellos que estén interesados en profundizar en el tema, tengo un post en el blog con parte de una entrevista a Günter Grass en Spiegel on line, pero para dejar registrados los conceptos, el escritor reconoce su participación en el nazismo, a los 17 años, pero como un error justificado en su vida. 
SPIEGEL: Can you think of any other mistakes you have made during your life? Grass: In my case, as everyone knows, I was seduced by the Hitler Youth in my younger years. I make this abundantly clear in my book "Peeling the Onion." I suppose I derived a certain immunity to any ideological posturing from that mistake. 
 SPIEGEL: In "Grimms' Words," you address your time with the Waffen-SS once again, and you describe your swearing-in on a clear, cold winter's night. You were 17 at the time. Do you also count that moment among the mistakes in your life? Grass: It was not a misdeed on my part. I was drafted, as many thousands of others were. I didn't volunteer for the Waffen-SS. The end of the war liberated me from the pledge of blind obedience. After that, I knew that I would never take an oath again.

Demás está decir, que mis recuerdos de geografía de la escuela secundaria no me bastaron para evitar las confusiones geográficas que tuve, cuando Grass empieza a nombrar distintas ciudades de Polonia, Alemania, Lituania. No pude tener en claro de dónde a dónde irían los futuros muertos o los cuerpos de los repatriados, que por supuesto, eran los millonarios, los pobres no podrían pagar ese lujo.
El emprendimiento es absolutamente exitoso, y la parte de mi interés, como arquitecta, la diré aquí, porque los críticos han obviado las mejores partes, como el diseño de un landscape o paisajismo en sectores que sea del gusto de cada país, no obstante no habría barreras, los cuerpos se enterrarían sin divisiones físicas entre nacionalidades (de allí la palabra ¨reconciliación¨). Hay un párrafo memorable, en invierno, el biógrafo de la pareja, dice que la nieve unificó el paisaje y las nacionalidades. Hermoso.
Otra parte interesante y de humor ¨negro¨, es la constante referencia a la caída del muro de Berlín, que yo tuve oportunidad de ver por TV, en Buenos Aires, como decía, el cementerio no tenía divisiones, no obstante comienzan a aparecer pintadas (graffiti), se proponen algunas barreras físicas para evitar los vándalos, y así la metáfora del muro se reconstruye en otros a los que apenas se hace alusión. No cabe duda que la reunificación alemana fue difícil, la caída del muro fue alegórica a fines de los ´90, no se cambiaron ideologías de un día para otro. Y eso queda reflejado en el texto.
La junta de directores comienza a recibir las quejas de los familiares que concurren masivamente a las ceremonias, cada vez más habituales, porque no hay lugar suficiente de albergue; es más, algunas mujeres viajan embarazadas y necesitan clínicas para ser atendidas. A partir de estas primeras necesidades, lo que surgió como idea filantrópica, comienza a dar paso al capitalismo; algunos directores se enojan, renuncian, pero ya no hay vuelta atrás. Se da paso a la construcción de clínicas, hoteles, bungalows de golf para los nietos que se aburren, diseños innovativos para ataúdes, etc.
Finalmente la pareja, decepcionada por los cambios, pero conforme con que han surgido muchos cementerios de la reconciliación en diversas localidades, renuncia y deja su lugar a empresarios, uno de ellos de turismo, el otro una arquitecta.
Después de haber leído El Tambor de Hojalata, este libro me decepcionó, pero sí rescato la idea, que podría haber sido plasmada con más diálogos y situaciones dinámicas. 

Como nota al margen, nadie habla del título ¨The Call of the Toad¨, tan absurdamente traducido como Malos Presagios (que no los hay, según mi punto de vista). Acá debo mencionar una anécdota que me contó de niña un amigo de mi papá, argentino, pero criado en Italia en la I Guerra Mundial. Estaban pasando hambre, y él dió con un grupo de hombres, comiendo en la costa de un lago (así lo recuerdo yo). Y le dicen, que para que le den comida, debe tragarse una ranita. Y así lo hizo, por desesperación. Aún me dan impresión sus palabras ¨y yo sentía como la ranita me saltaba en el estómago.¨ 
Günter Grass cuenta, a través del biógrafo de Alexander y Alexandra que él había tragado varios sapos (sapitos) y que lo hacía por apuestas y diversión, en su época de estudiante. Y que esos sapos vivos en su interior, lo llamaban a hacer algunas cosas, entre ellas escribir la historia de Alexander, su ex compañero de colegio, quien le manda material grabado, fotos, cartas. Ese llamado del sapo, es como un llamado al deber. 
En su discurso de dimisión, Alexander graba como ¨música¨ de fondo los cantos de los sapos, que van variando según las palabras que usa. Maravilloso y original, en medio del tedio general.

Mi conclusión, es que no puede ser un libro leído a la ligera, pero quien lo haga, debe aprestarse a retomarlo luego de varias siestas :) Será mejor la película del 2005?

Sunday, June 23, 2013

Rosaura a las Diez. De Marco Denevi


Dos tapas de distintas ediciones del libro, bajadas de Google images

He leído este último mes Rosaura a las Diez, de Marco Denevi (Sáenz Peña, partido de Tres de Febrero, provincia de Buenos Aires, 12 de mayo de 1922 - Buenos Aires, 12 de diciembre de 1998) con mucho placer.

Hacía tiempo que no volvía a los clásicos de autores argentinos y como era de esperar, la novela me trajo muchos recuerdos, de las casonas coloniales, los barrios de inmigrantes de la capital, y fundamentalmente un allegado a mi familia que curiosamente encajaba en el perfil psico-físico de Camilo Canegato, el idílico enamorado de Rosaura.
Me detendré brevemente en el argumento de la novela, que es muy conocido y puede leerse en varios sitios en Internet. La historia se desarrolla en base a declaraciones de testigos a la policía, acerca del asesinato de Rosaura, un personaje muy misterioso, una hermosa mujer rubia que está involucrada con Camilo, según él, como su novia. Situación que los cohabitantes de la pensión familiar donde Camilo vive por largos años, ven como extraña, siendo él un hombre tímido, de baja estatura, lo que se comunmente definiríamos como ¨un adefesio.¨

El final, no me ha sorprendido porque Denevi deja algunas pistas acerca de la verdadera Rosaura, en los comentarios intuitivos de las hijas de la dueña de la pensión.
Rosaura a las Diez hay que leerlo disfrutando de cada declaración, que denota la cultura, los hábitos, el pintoresquismo de los personajes que alquilaban los cuartos de las viejas pensiones de Buenos Aires.
Cada exposición es distinta y es muy interesante ver cómo cada testigo teje su propia historia en función de ¨chusmeríos¨ de barrio. Y cada uno siente que su punto de vista es una explicación veraz de los hechos que conducen al asesinato de la bella Rosaura.

La declaración de Camilo es ante todo, un ensayo filosófico sobre el arte y el idealismo. Lo cual, me pareció un poco surrealista en el contexto de una declaración policial, y las preguntas del oficial, son muy alejadas de los métodos de la policía argentina, que , lamentablemente, -y en términos generales-, no se destaca por su cultura sino por su corrupción y malos tratos.

Una de las primeras escenas de la película, a la derecha, Juan Verdaguer como Camilo Canegato. Imagen de Google

He intentado ver la película Rosaura a las Diez dirigida por Mario Soffici, con Susana Campos y Juan Verdaguer, por partes, en You Tube, pero la imagen se desconfiguraba. Seguramente la habré visto de niña junto a mi mamá, que no se perdía una película del cine de oro nacional.

Hoy, he leído además una nota de 1998 sobre el fallecimiento de Denevi, en The Independent, del Reino Unido. El autor enfatiza la honestidad e integridad del autor, y relata sus logros y biografía. Ha sido una grata sorpresa y aquí les dejo el link:


Marco Denevi. Google Images

Friday, March 15, 2013

Una anécdota ¨erótica¨ de Mujica Láinez en el teatro Colón

Una antigua foto del teatro Colón, bajada de la nota de la referencia.

Hoy estuve leyendo una nota muy amena de Hugo Beccacece sobre Las Pasiones Ocultas del Teatro Colón, nuestro orgullo en Buenos Aires, y de ella, reproduzco una anécdota cargada de erotismo, divertida a la vez, del gran escritor Manuel Mujica Láinez, a quien tanto admiro:

Manuel Mujica Láinez. Google Images

¨A propósito de Eros, en la madurez, Manuel Mujica Lainez, Manucho, contaba un episodio que le había sucedido en su juventud (cuando aún no estaba casado). Lo contaba con gracia pero también con una dosis de misterio. En aquella época, él circulaba por los salones de Buenos Aires con curiosidad y cierto desparpajo, protegido por una coraza hecha de ironía, frases punzantes y el don del relato. Un matrimonio muy elegante, de esos (según el decía) cuyos apellidos sonaban a música de Bach, lo había invitado a una función de ópera en el Colón. ¿Cuál? ¿ Tristán e Isolda ... ¿ Turandot ... Uno de los atractivos de esa noche era que el matrimonio tenía un palco baignoire , los famosos e inquietantes palcos enrejados, llamados "palcos de viuda", desde los que se escucha la música con gran concentración, porque están aislados de todo espectáculo mundano: no permiten ver el escenario con comodidad ni tampoco ser vistos. Manucho nunca había estado en una de esas curiosas "cavernas" de terciopelo rojo que preservaban la intimidad. Se sentó entre la esposa y el esposo en la penumbra de esa especie de gruta recorrida de modo irregular por los reflejos de las luces que provenían del escenario. Se sentía atraído desde hacía mucho tiempo por la mujer experimentada e inalcanzable que tenía a su lado: era hermosa, mayor que él, muy altiva y desenvuelta, pero con ojos brillantes de malicia. En cierto momento, llevado por el lirismo de la música, tuvo la impresión de que flotaba, de que ningún obstáculo se interponía entre él y sus deseos. Protegido por las tinieblas, sin pensarlo, tendió su mano derecha para apresar la mano izquierda de su vecina. Lo hizo con pasión, pero también con una temerosa ternura. Ella no lo rechazó, no apartó la mirada de la escena, fingió que nada había ocurrido, pero respondió con una leve presión a la de su joven amigo. El cuerpo del joven escritor había desaparecido o más bien se había concentrado, íntegro, en aquella mano; todo él era esa mano; sin embargo, de pronto, volvió a tomar conciencia de lo que lo rodeaba para reprimir la sorpresa: su otra mano, la izquierda, había quedado cautiva de la mano derecha del marido, que había replicado el gesto de Manucho. ¿Era una advertencia o una invitación? Los tres ocupantes del palco no se movieron ni se miraron, pero continuaron enlazados por la música y esa cadena de dedos cálidos que, de tanto en tanto, volvían a ajustarse y ensayaban una caricia distinta con la mayor discreción y temeridad. Los tres seguían contemplando el desarrollo de la acción y apretándose las manos como si no les pertenecieran, como si el trío no hubiera advertido lo que era imposible ocultar. El aire confinado del palco estaba cargado de tensión, invadido por la música incandescente y por todo lo que no se decía. Cuando el acto terminó, los tres se levantaron de sus sillas, comentaron las interpretaciones y salieron a caminar por los corredores y salones. Se volvieron a encontrar en fiestas, en comidas, en otros espectáculos, pero ninguno de los tres mencionó el episodio o lo evocó con una mirada cómplice.¨

Friday, March 8, 2013

¿Tiene sentido seguir escribiendo ficción?


Un cuadro surrealista de Vladimir Kush mostrando un libro -aparentemente- de ficción
He dado con el artículo de Verónica Chiavarelli  para La Nación, del cual reproduzco una parte, y me he sentido absolutamente identificada por los sentimientos descriptos.
Y no es que yo sea novelista, cada tanto me inspiro para escribir un microrrelato, algunos que he tenido la suerte de publicar gratuitamente por selección del editor, y he ganado algunas menciones. Pero premios y reconocimientos en literatura no son mi meta, lo hago por placer.
Sin embargo, estando en la biblioteca de Huntington Beach, en la sección de venta de libros usados, me ha asaltado la pregunta de porqué habría tantos autores de ficción -fundamentamente veo autoras femeninas-, si lo hacen por pasatiempo o con la esperanza de lograr un best seller, o de llegar a ser famosas. No lo sé. Pero como dicen en el artículo, no hay tiempo para leer tanto en oferta, y seguramente hay títulos excelentes en tanto que se acumula en las bibliotecas y librerías. 
Luego, el comentario de Ian Mc Ewan, aún siendo yo más joven que él, tengo la inquietud Borgeana de cuestionarme cuántos libros más he de leer en lo que me quede de vida; por lo tanto, he desplazado mi atención a los que creo no debiera haber dejado de lado, muchos clásicos y libros científicos, es así como unos días atrás hice un post sobre El Conde de Montecristo, que leí en 2013. Más vale tarde que nunca....
Sinceramente, creo que los escritores debieran continuar escribiendo, por alguna razón el destino les ha dado la oportunidad, y siempre es un placer poder desarrollar un acto creativo.
Vamos al artículo:
Un escritor argentino muy popular se lamentaba en privado: "Cada vez que entro en una librería y veo los estantes y las mesas rebosantes de novelas que acaso nadie compre, muchas de ellas seguramente buenas, merecedoras de lectores atentos, me pregunto qué sentido tiene seguir escribiendo y agregar una historia más". El brote melancólico era injustificado en su caso (cada vez que publica un libro, inmediatamente se ubica entre los primeros puestos de las listas de best sellers ). Sin embargo evidencia los síntomas de un agobio que todo amante de la literatura conoce: la abrumadora cantidad de ficción que nutre las librerías sin cesar es inversamente proporcional al tiempo escaso del que se disponer para leer.
La semana pasada, en el suplemento Babelia, de El País de Madrid, el escritor británico Ian McEwan planteaba un problema similar pero aún más provocativo porque, como novelista, no se pregunta por qué escribir ficción sino más bien por qué leerla, consciente de que el interrogante no recae sólo sobre sí mismo sino que entra como un proyectil en la desarticulada comunidad de los lectores del mundo.
Dice McEwan: "Mi corazón de escéptico flaquea cuando me acerco a la sección de ficción de una librería y veo [...] las frases publicitarias sobre las cubiertas (´Él la quería, pero ¿ella lo iba a escuchar?'), los resúmenes de argumentos en las solapas, con su solemne uso del presente: ´Henry abandona su matrimonio y se embarca en una serie de salvajes...' [...] Tengo 64 años. Con suerte, podrían quedarme aún unos 20 años de lectura. ¡Quiero aprender cosas del mundo! Quiero leer a cosmólogos que me hablen de la creación del tiempo, a los analistas del Holocausto, al filósofo que se ha emparentado con la neurociencia, al matemático capaz de describir la belleza de los números al más zopenco, a los aficionados a la guerra civil inglesa".

Saturday, July 21, 2012

An interview with Günther Grass

Book cover design of  The Tin Drum, by Günther Grass


I´ve been reading this interview with Nobel laureate Günther Grass,  conducted by Volker Hage and Katja Thimm for Spiegel, and recommend it to my readers. So many things to learn from him....
Here, some excerpts from the parts I liked most, and the link to read it in full:


SPIEGEL: Mr. Grass, your new book is titled "Grimms Wörter. Eine Liebeserklärung" ("Grimms' Words. A Declaration of Love"). How did this love for the Brothers Grimm, the German linguists who famously collected fairy tales in the 19th century, begin?
Günter Grass: My relationship with Wilhelm and Jacob Grimm reaches far back into my childhood. I grew up with Grimm's fairy tales. I even saw a theater production of "Tom Thumb" during Advent at the State Theater in Danzig (editor's note: present day Gdansk ), which my mother took me to see. Then, later in my life, the brothers influenced my creative work.
SPIEGEL: In what way?
Grass: Well, Tom Thumb lives on in Oskar Matzerath from "The Tin Drum." Jacob and Wilhelm themselves play a role in many of my manuscripts. In "The Rat," for example, they are portrayed as a minister and a deputy minister who try to stop forests dying (from acid rain).
SPIEGEL: What do you find appealing about the brothers?
Grass: Their uncompromising nature, most of all. In 1837, they protested in Göttingen against the abolition of the constitution (of the Kingdom of Hanover) and thus against the power of the state. Like the other rebellious professors in the group known as the Göttingen Seven, they lost their positions. And the task they embarked on after that was basically impossible: a German dictionary filled with quotations and example sentences. And they only made it to the sixth letter of the alphabet. Others completed the dictionary.
SPIEGEL: More than 120 years later.
Grass: That lengthy period of time also fascinates me. German studies specialists from both parts of Germany worked on it over the last 15 years. In the middle of the Cold War, they sat quietly at their desks in East Berlin and Göttingen and collected footnotes for a pan-German dictionary. It's a reflection of the same German history I talk about in "Grimms' Words."
SPIEGEL: Just as your own personal history with this country also plays a role in your book.
Grass: I focused on my younger years in the book "Peeling the Onion," then in "Die Box" ("The Box") I wrote about my family entanglements and ties. This book is about the political and social side. The life of the Grimms, who lived through a period marked by radical change, just as I did, lends itself to this.
SPIEGEL: You describe the two brothers as "word sleuths," who are concerned about every single letter. You also write: "On the one hand, words make sense. On the other hand, they're well suited to creating nonsense. Words can be beneficial or hurtful." How have the various facets of words shaped your own life?
Grass: I have found that words that are loaded with pathos and create a seductive euphoria are apt to promote nonsense. Adolf Hitler's "Do you want total war?" is one such example. But the same thing applies to the sentence: "Our freedom is also being defended in the Hindu Kush." (Editor's note: The sentence was famously uttered by former German Defense Minister Peter Struck to justifyGermany 's military mission in Afghanistan .) Such sentences carry a strong meaning, and they are able to exert this meaning because they are not sufficiently questioned. I have heard my fill of hurtful words. I think it's especially egregious when citizens like me, who point out abuses in their country, are referred to as "do-gooders." This is how a phrase that can be used to stop an argument dead becomes part of common usage.
SPIEGEL: Which beneficial words do you remember?
Grass: The truly wonderful ones are linked to my childhood. Adebar, another word for stork, reawakens an entire cosmos of memories for me. Another one is Labsal(refreshment), which has been almost completely forgotten. I love the sound of the repeated long "a." The Brothers Grimm also found it fascinating. They practically had oral sex with vowels in any case. Labsal sounds so comforting. It makes you think of returning home safely after a terrifying experience.
SPIEGEL: It sounds as if language signified a feeling of security and home to you.
Grass: That's certainly true. I wrote my novel "The Tin Drum" in Paris, where I also began working on "Dog Years." But after four years I noticed how lost I felt, surrounded by a foreign language. I had to go back, back to a German-speaking place. My experience was similar to that of many authors who emigrated to the United States during the Nazi era. Some of them could hardly bear it, even though a brutal dictator was in control at home. They lacked the language they needed to make themselves understood and to understand others.
SPIEGEL: This same experience, though not nearly as severe, can be felt in one's own country. The youth culture has its own distinctive linguistic style. Do you always understand what your grandchildren are saying?
Grass: Of course. For me, it's a wonderful gain that I, with the help of my grandchildren, can keep up with the current jargon. In return, expressions like the old Berlin word knorke ("swell") are no longer in use.
SPIEGEL: Do you regret the loss?
Grass: Fortunately, a word like knorke is preserved in literature. In general, I agree with Jacob Grimm and feel that we ought to permit changes and uncontrolled growth in language. Even though that also allows potentially threatening new words to develop, language needs the chance to constantly renew itself. In France, where the Académie française practically polices the language, we can see that language can become formal and rigid when it's protected too much.

Günther dancing with his daughter Helen after receiving the Nobel Prize, 1999

SPIEGEL: You are one of the few authors who take charge of designing their own books. You have designed all of the book covers yourself. Why is this so important to you?
Grass: It's the final touch. It's just as much a part of it as the first sentence. And it requires the same care that's needed in writing.
SPIEGEL: What are the characteristics of a good cover?
Grass: It should summarize and simplify the content of the book like an emblem. On the cover of "Dog Years," this is achieved with the dog's head, which looks like a finger puppet from a shadow play. For "Local Anesthetic," I chose a lighter with a finger above it. This time it's letters. It wouldn't have made any sense to work with a double portrait of the Brothers Grimm, because it would have conveyed only part of the message. I held the finished book in my hands for the first time a few days ago. It's a wonderful experience every time.
SPIEGEL: Then you must be filled with dismay over developments in the book market. Sales of electronic books are growing rapidly in the United States.
Grass: I don't believe that this spells the end of the book. It will assume a different value. Mass production will be reduced, and the book will once again take on the appearance of an object worth keeping and passing on to our children.
SPIEGEL: Can you imagine "Grimms' Words" on an iPad?
Grass: Hardly. But I've also reached an agreement with my publisher that none of my books will be made available for that until a law protecting authors becomes effective. I can only advise every author to develop just as much self-confidence in this relationship.
SPIEGEL: Are you calling for a protest?
Grass: I would like to put a stop to this movement toward reading on computers, but it seems that nobody can do this. Nevertheless, the drawbacks of the electronic process are already apparent during the writing of the manuscript. Most young authors write directly on their computers, and then edit and work in their files. In my case, on the other hand, there are many preliminary steps: a handwritten version, two that I've typed myself on my Olivetti typewriter and, finally, several copies of versions that my secretary has input into the computer and printed out, and into which I've incorporated many handwritten corrections. These steps are lost when you write directly on the computer.
SPIEGEL: Don't you feel old-fashioned with your Olivetti?
Grass: No. On the computer, a text always looks somehow finished, even if it's far from it. That's tempting. I usually write the first, handwritten version all at once, and when there's something I don't like I leave a blank space. I fill these gaps in the Olivetti version, and because of that thoroughness, the text also acquires a certain long-windedness. In the ensuing versions, I try to combine the originality of the first version with the accuracy of the second one. With this slow approach, there's less of a risk of slickness and arbitrariness creeping in.
SPIEGEL: Has your language changed over the decades nevertheless?
Grass: At first, I tried to pull out all the stops. When I wrote "The Tin Drum," "Cat and Mouse" and "Dog Years," it was a time when many older authors felt that the German language should never be allowed to be used to excess again.


Grass shocked Germany in 2006 when he revealed, in the first volume of his autobiography, "Peeling the Onion," that he had been a member of Hitler's Waffen-SS. This photo shows US Army documents that proved Grass was a member. "'I didn't volunteer for the Waffen-SS," he told SPIEGEL.

SPIEGEL: You draw a conclusion in your new book. You write that "working through" things in life never ends, and that "even traditional stories are meant to be retold. And after each ending, I realized that I had more work to do." What sort of work do you intend to do next?
Grass: After a period of writing that's lasted many years, I have to change tools and devote myself to printmaking again. I want to create new etchings and drypoint for my novel "Dog Years," for the 50th anniversary of its first publication. "Grimms' Words" will certainly mark the end of my autobiographical writings. At my age, one is surprised if one experiences the next spring, and I know how long it can take to complete a book with an epic concept.
SPIEGEL: Do you fear the end of your life?
Grass: No. I've realized that, on the one hand, one is ready for it. I also realize that I've retained a certain amount of curiosity. What will happen to my grandchildren? What will the weekend football results look like? Of course, there are also some banalities I still want to experience. Jacob Grimm wrote a wonderful piece on aging, and I also found the following sentence in another one of his works: "The last harvest is on the stalk." It touched me, and of course it immediately prompted me to reflect on my own age. In doing so, I didn't discover any predominant fear of death.
SPIEGEL: Mr. Grass, thank you for this interview.



Wednesday, June 20, 2012

Libros autografiados a nadie en particular


Estuvimos husmeando con mi esposo en una librería de la calle 2nd de Long Beach, al Sur de California, y entre los estantes ví un cartelito que decía ¨autographed copies¨, que por supuesto me llamó la atención.
Tengo un libro autografiado por el sociólogo estadounidense Mike Davis, que compré usado y siento que estoy en falta, porque la dedicatoria no es para mí, y  me pregunto cómo alguien puede deshacerse de un libro que se le ha dedicado, lo cual le da un valor agregado, es como un símbolo materializado del éxito del autor. Dejo volar mi imaginación y creo que tal vez este ejemplar de Davis fue donado a la biblioteca por hijos que desconocen el valor asignado por el padre difunto.
No pude con mi curiosidad y abrí uno de estos libros al azar. Vean de quién, en el estante superior: ni más ni menos que Isabel Allende, quien vive en el Norte de California. La firma, hecha con tinta negra, se hizo sobre un sticker rectangular que tenía un dibujito en color arriba. Ante la duda si era impresa o no, abrimos otros dos y comparamos, sí, eran firmas originales y suponemos que sí eran de la autora.
(No saqué foto para que no me echaran del local...)
¿Tiene necesidad un autor famoso de promocionar sus ventas con sus firmas al azar? Diría que no.
Y, ¿Cómo se siente comprar un libro con firmas de autor en cientos de stickers, sin que él o ella al menos nos miren a los ojos o nos sonrían? No he de saberlo, hay mucho de personal en aceptar estos autógrafos a nadie en particular.
El sticker podría convertirse en una reliquia con el tiempo. Supongo que si la firma en cuestión fuera la de John Lennon, mis sentimientos serían distintos.

Wednesday, June 6, 2012

Bon Voyage dear Ray Bradbury

Ray Bradbury. Image from Washington Post

Sad news. Our dear Ray Bradbury has died yesterday. 
I´m thinking how he has imagined his own death, with such a prolific imagination. Maybe he saw himself travelling throughout the Universe, personally meeting all the characters that he created in his novels and stories.
It´s difficult to say goodbye to him, I prefer to say ¨Bon voyage dear Ray¨. And every time I open any of your books, I´ll be thinking you are still here.
Sharing from Washington Post:

Ray Bradbury. Image from blog.zap2it.com

Ray Bradbury, a boundlessly imaginative novelist who wrote some of the most popular science fiction books of all time, including “Fahrenheit 451” and “The Martian Chronicles,” and who transformed the genre of flying saucers and little green men into a medium exploring childhood terrors, colonialism and the erosion of individual thought, died June 5. He was 91. The death was announced by the Associated Press. Mr. Bradbury, who began his career in the 1930s contributing stories to pulp-fiction magazines, received a special Pulitzer Prize citation in 2007 “for his distinguished, prolific and deeply influential career as an unmatched author of science fiction and fantasy.” His body of work, which continued to appear through recent years to terrific reviews, encompassed more than 500 titles, including novels, plays (“Dandelion Wine,” adapted from his 1957 semi-autobiographical novel), children’s books and short stories. His tales were often adapted for film, including the futuristic story of a book-burning society (director François Truffaut’s “Fahrenheit 451,” in 1966), a suspense story about childhood fears (“Something Wicked This Way Comes” in 1983) and the more straightforward alien attack story (“It Came From Outer Space” in 1953). He helped write filmmaker John Huston’s 1956 movie adaptation of Herman Melville’s novel “Moby-Dick” and contributed scripts to the television anthology programs “The Twilight Zone” and “Alfred Hitchcock Presents.” Mr. Bradbury hosted his own science fiction anthology program, “The Ray Bradbury Theater,” from 1985 to 1992 on the HBO and USA cable networks. “Bradbury took the conventions of the science fiction genre — time travel, robots, space exploration — and made them signify beyond themselves, giving them a broader and more nuanced emotional appeal to general readers,” said William F. Touponce, a founder and former director of the Center for Ray Bradbury Studies at Indiana University-Purdue University Indianapolis. (....) 
 “The Martian Chronicles,” released to wide acclaim in 1950, used the guide of science fiction to explore colonialism, nuclear war and the transformative power of one’s environment. The book sealed his reputation as a science fiction writer, but Mr. Bradbury frequently eschewed the label. “People say, ‘Are you a fantasy writer?’ No,” Mr. Bradbury told the Charlotte Observer in 1997. “ ‘Are you a science fiction writer?’ No. I’m a magician.” He explained, “Science fiction is the art of the possible, not the art of the impossible. As soon as you deal with things that can’t happen, you are writing fantasy.”
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