Pintura de Gabriel Nieto
Naturaleza, impulso y acto sexual. La reflexión sobre el erotismo se confunde con la del amor; basta revisar el discurso de Platón, Stendhal, Rougemont, Paz y Ortega y Gasset, como lo ha hecho Luna Escudero-Alie, 2003. En todo caso, Vargas Llosa asume la tesis sobre el erotismo de Georges Bataille como una experiencia de violación, tal puede leerse en su artículo “El sexo frío”, Caretas,1998: “Para que esta sublimación [del sexo al erotismo] ocurra, es imprescindible, como lo explicó George Bataille, que se preserve ciertos tabúes y reglas que encaucen y frenen el sexo, de modo que el amor físico pueda ser vivido —gozado— como una trasgresión”. Es decir, propone un erotismo restringido principalmente a quienes han experimentado con las complejidades del mundo desarrollado.
MVLl confunde impulso sexual con erotismo. Afirma, en “Sin erotismo no hay gran literatura”, El País, 2001, que éste es una “exaltación muy desembozada de la pulsión sexual, de la fantasía erótica, de los fantasmas, del derecho al placer”. Digamos que la pulsión sexual exaltada y desembozada no puede confundirse con el erotismo, pues sigue siendo nada más que pulsión sexual, aunque de mayor intensidad. La “fantasía” y los “fantasmas” que según el autor conformarían el erotismo no son esenciales para acreditar una experiencia erótica. Más sorprendente es la mención al novísimo “derecho al placer”. Aunque MVLl no explica por supuesto de qué trata ese derecho, lo que parece seguro es que en este punto coincide con los despropósitos de la “Asociación Mundial de Sexología” (WAS) y su lista de derechos sexuales.
Ceremonia. Vargas Losa insiste en “Sin erotismo no hay...”, que para que la relación sexual califique como erótica, ésta “se convierte en un juego, en un teatro, en una ceremonia, en unos ritos... El amor se practica entonces como un espectáculo rodeado de formas”. Esta idea podría ser cierta si se refiere al sexo como es tratado en la literatura, pero en el caso del ejercicio más extendido de la sexualidad, ¿qué quiere decir con teatralidad y espectáculo rodeado de formas? Realmente los modos de vivir el erotismo pueden ir desde la mayor simplicidad a la máxima complejidad sin abandonar por eso su naturaleza.
El novelista pareciera entender el erotismo como aquél que se ofrece usualmente en la pantalla del cine, primando la coreografía, el “espectáculo”, en el que desaparece la intimidad y por eso el placer se presenta usualmente pre o extra matrimonial. Para decirlo de una vez, el erotismo no está sujeto a la apariencia, es una adición que marca la humanidad del deseo, una experiencia subjetiva, pero en tanto reciprocidad en la entrega, comunicación y valoración mutua de los seres, mientras se aproxima al florecimiento del amor.
Piensa MVLl, detenido en las fantasías y los fantasmas, que el sexo (suponemos se refiere al impulso sexual) y el erotismo pueden darse separados. Sin embargo basta con que un componente extra a la fisiología sexual esté presente, no hay duda que el sexo califica como un acto propio del ser humano.
Erotismo y literatura. En La verdad de las mentiras, el escritor afirma que la literatura creó el erotismo: “Éste [el lenguaje], a medida que, gracias a la literatura, evolucionó hasta niveles elevados de refinamiento y matización, elevó las posibilidades del goce humano, y, en lo relativo al amor, sublimó los deseos y dio categoría de creación artística al acto sexual. Sin la literatura, no existiría el erotismo”, y afirma luego, “En un mundo aliterario, el amor y el goce serían indiferenciables de los que sacian a los animales, no irían más allá de la cruda satisfacción de los instintos elementales: copular y tragar” (p. 390). ...En otra afirmación se confirma que MVLl no distingue lo nuclear del erotismo: si éste no es el alambicado que prefiere, sencillamente no es. En la crítica a Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en La verdad de las mentiras, se encuentra que, “En el planeta Ford el sexo está demasiado higienizado, exento de todo riesgo, misterio y violencia como para que la gimnasia copulatoria que practican sus habitantes coincida con lo que entendemos por erotismo, es decir, el amor físico enriquecido y sutilizado por la fantasía humana” (p. 125). Pero, en una entrevista concedida a Concha García Campoy, 1997, sobre su novela Los cuadernos de don Rigoberto, atempera su repetida tesis sobre el erotismo y señala el papel central de la “imaginación”: “MVLl: Exactamente. El erotismo es perfectamente definible, es un enriquecimiento del amor físico con ayuda de la imaginación, ésa podría ser una de las definiciones del erotismo”.
Pornografía y civilización. La diferencia que establece entre erotismo y pornografía cuando se trata de la creación literaria sí es convincente, al afirmar que para ser calificado de literatura el sexo en la ficción debería alcanzar un “determinado coeficiente estético”. Aunque debemos advertir que este concepto no nos dice qué es el erotismo sino cómo tiene que aparecer para calificar en la obra literaria.
Vargas Llosa recuerda, en la entrevista con García Campoy, que en el mundo actual hay una “permisividad tal que todo es aceptable y aceptado”, y declara que el sexo se ha banalizado y estereotipado, el “erotismo se ha vuelto previsible, convencional, mecánico, es decir, que se haya degradado en pornografía”. Pero un observador tan fino de la sociedad como es el escritor peruano, no dedica media palabra a las consecuencias del fenómeno que reseña, nos referimos a la confusión creada entre normalidad y desviación, salud y morbilidad, con los serios efectos sanitarios para la población que todos conocemos. La epidemia del VIH/SIDA no ha cambiado el discurso hedonista que viene de los 60s, el cual a lo sumo ha quedado estancado en el pregón del sexo seguro, como lo observa Connell y Hunt, 2006.Tampoco se le ocurre que la banalización del sexo no sólo se refleja sin duda en el erotismo, sino en algo más importante: las relaciones interpersonales mediadas por la sexualidad. El erotismo adquiere nuevo perfil con la riqueza que aporta la pareja a la unión física en tanto que seres humanos, y cuya condición inexplicablemente el novelista deja de lado.
Más curiosa su idea, formulada a Jimena Villegas, revista Qué Pasa, 1997, con ocasión del lanzamiento de Los cuadernos de don Rigoberto, por la que niega la existencia del erotismo en los que llama “pueblos primitivos”. A la pregunta: “De la lectura de su novela se desprende que, para usted, el erotismo es un elemento fundamental en la vida”, responde: “El erotismo es una manifestación de civilización; no existe en pueblos primitivos. Cuando una sociedad se va distanciando de su origen primitivo —en que la relación amorosa se diferencia muy poco de la cópula animal— y se va refinando y con ello rodeando de ritos, es que puede desarrollarse el erotismo”. El placer sexual, el erotismo, seguro que tiene matices, complejidades e intensidades diferentes, pero la persona en tanto ser humano, por antropología elemental, no puede estar ajena a una experiencia común para la especie. Es evidente que, como miembros de una especie, los seres humanos, no importando el grado de “civilización” que hayamos alcanzado, tenemos la implícita capacidad para vivir el erotismo. Como bien se reconoce, el hombre, a diferencia de otras especies, durante la respuesta sexual pone en marcha un conjunto de procesos mentales del más alto nivel, como imágenes y fantasías sexuales. Concepto que no podría sino ser confirmado, en este caso por uno de los más reconocidos antropólogos del mundo, Herdt, 2006, quien declara que reducir el erotismo a la civilización sería igual a decir que el arte estaría limitado sólo a occidente o a la civilización occidental, siendo negado para el pueblo salvaje o iletrado.
REFERENCIA
Párrafos pertenecientes al Artículo El erotismo vargasllosiano, de René Flores Agreda. En revista Letralia. Año XI, No 159. 5 de Marzo de 2007, Cagua, Venezuela.
Este trabajo forma parte del libro Vargas Llosa y la sexualidad menoscabada.
Para leer el artículo completo
http://www.letralia.com/159/articulo01.htm
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