Perros campesinos. Photocollage de Myriam B. Mahiques
Es interesante notar que el concepto de ¨mucho¨ es relativo a la vastedad espacial, y en nuestra infinita Llanura Pampeana, nada parece demasiado.
Es por ello que el muchacho se asombró cuando su abuela le ordenó que habría que deshacerse de algunos perros, los que ya eran ¨muchos¨ en el predio del rancho. Curiosa afirmación. Desde el origen de los gauchos, el único animal que rodeaba constantemente al hombre era el perro, y su rápida reproducción no lo afectaba, siempre habría restos de carne vacuna o alguna alimaña para alimentarlos.
Muy inquieto en su compromiso, fiel al código implícito de no matarlos a no ser que estén rabiosos, optó por sacar uno, el más notorio por grande y lanudo entre la jauría de perritos ratoneros de múltiples razas cruzadas. Alguna vez había visto en la televisión del almacén local, un perro muy parecido, que acompañaba a un niño; el suyo sería adoptado también, en emulación de la serie americana de moda.
Lo cargó en su camioneta desvencijada, manejó hasta la orilla desierta del pueblo y lo soltó; lo acarició y empujó a su destino. Pero el gran tamaño no implica valentía, y el perro arraigado a sus amos, empezó a correr desesperado tras el vehículo.
La ilusión novelesca del muchacho se desvaneció en lágrimas, este perro no lo lograría. Frenó, dió marcha atrás velozmente y lo embistió.
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