El colapso de la máquina. Arte digital de Myriam B. Mahiques
Dicen algunos críticos que un objeto se transforma en pieza de arte cuando es expuesto públicamente. Aseveración que deja cabos sueltos, no creo que alguien saque un electrodoméstico de la cocina para trasladarlo al Museo, y con este acto cumplir la premisa.
Al respecto, considero válido el ejemplo de Kafka: cuando el viajero observa los dibujos intrincados del comandante, por más que se esfuerce, no logra leerlos y los describe como ¨líneas laberínticas¨. Una obviedad para el oficial de la Colonia Penal, que le explica que sólo son interpretados por los reos, quienes sufren la tortura de la máquina de agujas, hasta que al cabo de seis horas, la mente se abandona absolutamente en la escritura rodeada de ¨embellecimiento¨, comprendiendo de pronto la sentencia. Esto pone en evidencia la existencia de un receptor.
Al enterarse el oficial que el viajero no apoyará su sistema, él prevé la pérdida de la teoría que lo sustenta, más la del receptor, en consecuencia la del arte mismo, que es independiente de la existencia de la máquina y los dibujos que la alimentaban. Por lo tanto, decide suicidarse para experimentar en sí mismo el diseño por última vez.
La justicia kafkiana quiso que la máquina cayera en piezas, como mero objeto industrial.
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