Ostrácodo. Foto UNLP
Texto parcial tomado del artículo de Valeria Musse para La Nación, Sección Ciencia y Salud.
"LA PLATA.- La micropaleontología se abre paso entre los científicos argentinos y su aplicación puede brindar datos para evaluar los cambios climáticos y conocer la contaminación actual de ciertos ambientes. Este fue uno de los principales temas expuestos en el X Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía, y VII Congreso Latinoamericano de Paleontología realizado recientemente en esta ciudad.
La disciplina surgió hace alrededor de 15 años para datar sedimentos. Al trabajar con microfósiles, cada muestra de material puede aportar cientos de esas mínimas especies. Una vez que las extracciones son analizadas por los científicos, se puede conocer de qué época provienen esos estratos rocosos.
La doctora en geología Andrea Concheyro es una pionera fanática de esta nueva ciencia, cuya práctica suele exigir al límite a los paleontólogos. Hace unos años, Concheyro trabajaba en un laboratorio de Zurich, Suiza, con su colega y maestra, Katherina von Salis. Mientras ella analizaba una muestra, la científica europea se acercó y le preguntó, sorprendida: "¿Cómo te pasas por alto esta especie?". Se refería al nanofósil denominado Neobiscutum parvulum, pero Andrea no lo podía detectar. Claro, la nueva especie medía apenas un micrón, o un milésimo de milímetro.
"Mi ojo miope, aún con lentes, no lograba verlo. Como ves, nuestro trabajo óptico está en el límite de la resolución del ojo humano", contó la investigadora.
Los resultados del estudio sobre el contexto ecológico en el que vivían esos nanofósiles ?que representará cómo eran las condiciones ambientales de ese lugar en determinada época ? son de utilidad para compararlos con las características modernas de la zona.
Según el grado de discrepancia entre los datos analizados, el paleontólogo puede conocer si existe contaminación y ahondar más en los cambios que sufren los organismos con el paso del tiempo."
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