Luz danzante. Pintura digital de Myriam B. Mahiques
La temporada fría estaba terminando, y con ella las reservas de alimentos. Ahora que podían despojarse de sus ropajes de pieles, los machos saldrían por varias lunas a cazar, dejando a las mujeres, niños y ancianos en el resguardo de la cueva. Su regreso sería festejado con algarabía, aunque no todos saldrían indemnes de la aventura.
La noche había caído y ya se escuchaban los chillidos y aullidos; nada fuera de lo habitual, hasta que la fiera se tienta a entrar en el tosco refugio, atraída por el olor de la sangre animal. Vigilantes y protectoras, las hembras empujan a sus crías al fondo oscuro de la caverna y cruzan una mirada de ojos saltones. Sonrisas de voraces dientes enormes son la culminación de su entendimiento silencioso; con cautela, juntan atados de ramas y los acercan a la luz danzante. Accidentalmente, habían descubierto que su belleza podría traer un gran dolor......
Millones de años en el tiempo futuro, en el mismo lugar, un estudiante de antropología escarba ansioso entre los restos de una primitiva fogata. Cavilando, se pregunta cómo el hombre primitivo habría tomado la decisión de cocinar sus presas.
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