Laptop. Arte digital de Myriam B. Mahiques
De las limitadas oportunidades para verla, la óptima era cuando su esposa ya estaba en la cama, leyendo o mirando TV. La sencilla excusa del trabajo inacabado había resultado bien y absolutamente creíble. Largas semanas de insomnio se sucedieron, en el asiduo acercamiento o vicio irreversible, del que no habría retorno.
Con la soledad mordiéndole el alma, la esposa se levanta sigilosa y lo observa chatear animadamente, la cámara tan encendida como su rostro, los parlantes en silencio. La pregunta estalla sin más razonamiento que el de su humillación, acaso él querría divorciarse?.
La respuesta está implícita en sus ojos, huelgan las palabras en el hábito de expresarse con los tap tap de las teclas. El amanecer lo sorprendería en una habitación de hotel; exhausto, decidido a enfrentar el problema algún día en que se sintiera descansado.
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