Cremación. Pintura digital de Myriam B. Mahiques
Luego de varios intentos fallidos, el agua finalmente cobró su vida, y lo devolvió a tierra irreconocible, de no ser por el libro de poesías que llevaba en el bolsillo.
La pira multicolor fue un espectáculo para los pocos hombres reunidos en la playa, que le ofrecieron su último adiós. Entre copas, evocaron la vida del poeta, quien habría compartido su corazón con la poesía, las amistades, los ideales revolucionarios, sus mujeres....El fuego, imitó al agua e hizo justicia; en medio de la humanidad consumida, emergió su corazón intacto, incitando al círculo íntimo a una breve discusión, a fines de juzgar quién merecería ser su dueño absoluto.
Días después, Mary Shelley hizo lugar en su escritorio, colocó la caja con la preciosa reliquia flotando en vino, la cubrió con un delicado pañuelo negro y decidió dolorosamente que así el único amor de su vida no volvería a abandonarla.
Lea La Creación del Monstruo III
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