El Fausto criollo. Por Oski. Google images
Realmente me intrigaba la razón del suceso de mi amigo el escritor, a quien yo siempre consideré un hombre sin talento. Y hasta me sentía incómoda al ver que lo paraban en la calle, le estrechaban la mano, y le decían frases insólitas como ¨Gracias a Usté encontramos la salida de esos laberintos, cómo va a hallarla un ciego?!¨, o, ¨Qué suerte que descubrió que la casa fue tomada por nuestros vecinos limítrofes, quién más, aparte de los asiáticos???¨, o, ¨Gran idea eso de llevar a la normalidad los personajes colombianos, a nadie se le ocurriría hacer parir un hijo con colita, ni que fuera hijo del demonio¨... Y así se sucedían los comentarios, a los que mi amigo no respondía, por no entenderlos, ni recordar de qué novelas le hablaban, tanta confusión había en su mente. Simplemente los miraba con una media sonrisa, sin decidir si comentar algo, ofuscarse o enorgullecerse. Finalmente callaba, y desandábamos nuestro camino, yo, incrédula ante las circunstancias, debatiéndome si le mencionaría lo del plagio, si al fin de cuentas y en buena ley, Goethe había aplastado a Spies y el Fausto criollo había tomado ventaja de sus antecesores, opté por bajar la vista y fijarla en las baldosas chuecas, para disipar la idea que él se había convertido en un creativo.
Lea Transgresiones Literarias
No comments:
Post a Comment