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Sunday, January 9, 2011

Enfrentamientos en Rusia por la figura de Tolstoi

León Tolstoi en el último tramo de su vida, alejado de todo tipo de comodidades. Foto Bettmann/Corbis


Hace un par de meses, uno de los mayores estadistas de Rusia emprendió una misión paradójica: rehabilitar a Tolstoi, una de las figuras más queridas de la historia nacional.
Tal vez podría parecer un gesto innecesario un siglo después de la muerte del escritor. Pero el año pasado los rusos se enfrentaron en torno a la figura de Tolstoi, casi como cuando estaba vivo. Los intelectuales acusaron a la Iglesia Ortodoxa Rusa de mantener a un héroe nacional en la lista negra. La iglesia acusa a Tolstoi de haber ayudado a que ascendieran los bolcheviques. El melodrama de los últimos días del escritor, cuando huyó de la casa familiar para hacer vida ascética, se revivió con todos sus detalles jugosos, como un "reality" antiguo.
Pero, en un país que no pierde ninguna ocasión para una celebración pública, el aniversario de la muerte del autor de Guerra y paz , el 20 de noviembre de 1910, no fue conmemorado con galas ruidosas ni películas taquilleras financiadas por el gobierno. Oficialmente apenas si se hizo referencia al hecho.
Teniendo esto en mente, el ex primer ministro Stergei V. Stepashin se decidió a escribirle al líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, convertido hoy en árbitro de la política y la cultura. En un lenguaje cuidadosamente diplomático, que tiene en cuenta "lo particularmente sensible" de "esta cuestión delicada", Stepashin pidió perdón en nombre de Tolstoi, que fue excomulgado hace 110 años.
El impulso para hacer ese pedido le surgió después de una visita solitaria al montículo de tierra sin identificación donde Tolstoi está enterrado. Stepashin describió la visita -que hizo cuando era director del Servicio Federal de Seguridad, continuador de la KGB- como una experiencia emocional que nunca pudo borrar de su mente.
"Uno mira la casa donde vivió y trabajó, donde creó sus obras, y después llega a un lugar donde no hay nada más que esta pequeña colina", dijo Stepashin, que tiene estrechos vínculos con la iglesia. "Es algo que deja absorto, en un plano humano y moral. Y entonces decidí escribir esa carta."
Siga leyendo la nota de Ellen Barry y Sophia Kishkovskyt para The New York Times. 
Traducción de Gabriel Zadunaisky para La Nación.

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