Foto del diario La Nación, sección ADN cultura
He leído ayer este artículo de Jesús Ruiz Mantilla para El País, y me gustaría compartirlo, fundamentalmente por llevarnos a la reflexión.
Personalmente, hace años que publico textos técnicos, y el hecho de escribir me da tanto placer como el de cualquier otra tarea creativa, como pintar, cocinar una nueva receta, diseñar arquitectura... Y hará más de un año, comencé a escribir relatos cortos, empecé con recuerdos, y cada vez fui avanzando más en los temas donde expreso mis dudas, mis sentimientos, mis cavilaciones.
Así dice Jesús Mantilla:
¨Algunos llegaron a la literatura por vocación, por el placer de la lectura y para emular a los autores que admiraban. Ahora crean por necesidad vital, o simplemente lo hacen por dinero. Autores de renombre revelan los motivos por los que dedican sus vidas a la escritura.
En el principio fue el verbo... Así lo recoge San Juan en su Evangelio. La palabra que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Puede que no fuera tal, puede que antes del verbo existieran cielos, mares, noche, día, estrellas, firmamento. Pero si nadie sabía cómo nombrarlos, no eran nada, absolutamente nada. Así que al principio fue el verbo, como bien dejó escrito Juan. Y a ese verbo bíblico lo siguieron la épica de Homero, la intemperie y el poder de los dioses, el amor y la guerra que nos relata la Ilíada y, después, el delirio del Quijote, y luego, la soledad de Macondo.(...)¿Por qué escribir? ¿Para qué nombrar? ¿Para qué contar? Para entender. Para amar y que te amen. Para saber, para conocer. Por miedo, por necesidad, por dinero. Para sobrevivir, porque no todo el mundo sabe bailar el tango, ni jugar bien al fútbol. Por costumbre, para matar la costumbre, por vivir otras vidas y revivir la propia. Por dar testimonio, porque no se sabe escribir bien, confiesa John Banville. Porque leyeron, padecieron y miraron cara a cara a la muerte.(...)La escritura es dolor y placer. Como el cuento, como la retórica aristotélica, se arma, se aprende. Principio y fin. Antes que nada vino el verbo, lo deja claro San Juan. También lo sabía Kafka. Pero el escritor checo pregunta: "¿Y al final?". Quizás silencio, como interpreta sobre su obra George Steiner, con buen tino, oliéndose el apocalipsis de la destrucción europea.¨
Los invito a leer el artículo completo, al final, encontrarán opiniones de escritores.
Querida Myriam:
ReplyDeleteEstupendo artículo.
Hay muchas razones para escribir pero a veces creo que hay más para no escribir, aquí se me ocurren algunas:
No se escribe porque no se sabe leer ni escribir; no se escribe porque conjugar el verbo sobrevivir apenas deja tiempo para descansar; no se escribe porque, al estilo de Bartleby, muchos prefieren no hacerlo; no se escribe porque la sombra de los grandes autores inhibe a quienes teniendo ideas sienten que nada tienen qué decir.
En fin, ojalá todos escribiéramos aunque sea un comentario sin sentido en un buen espacio como el tuyo.
Te dejo un abrazo y mi gratitud por compartir este texto.
Gracias M. Eugenia, no lo había pensado desde tu punto de vista, tenés toda la razón. Yo escribía nada más que artículos de mi profesión, mi esposo me insistió que escriba relatos, y deje fluir mis sentimientos. Tenía razón, yo estaba auto reprimida, con tantos excelentes autores, y me dije, bah, porqué no. Un día me hizo una apuesta, que no escribiría un relato corto en un día. PUes lo hice en 5 minutos y con éxito (según los comentarios), así tomé un poco más de confianza, para mí es una terapia.
ReplyDeleteBesos,
Hay unos 6000 millones de adultos en la Tierra con capacidad de escribir, no sé si bien o no, cada semana algo. Si todos escribieran, bien o no y suponiendo que los ordenadores pudieran traducir correctamente, teniendo en cuenta que una lectura rápida lleva un tiempo de un minuto por página, obtenemos que aún dedicando las 8 horas de ocio cada día -8 son de trabajo y 8 de sueño- sólo podríamos leer 8*60= 500 páginas por día; a no más de a 600 personas diferentes por día a razón de una página, no más, por cada una de ellas. Y habríamos de escribir, puesto que todos escribiríamos, en el tiempo del trabajo y del sueño.
ReplyDeleteEntonces, si todo el mundo escribiera, y fuera traducido y se tuviera acceso a esos escritos, como sugieren algunos, podríamos conocer, a lo sumo, la obra de uno de cada 10 millones de nuestros contemporáneos, ni siquiera estamos hablando de las generaciones pasadas, una cifra ridícula, por lo que escribir se tornaría inútil o vano, puesto que nadie, en proporción, te podría leer, serías un escritor desconocido del gran público escritor..
Esta pequeña deducción aritmetizada lleva a concluir que la democracia no es que todos seamos iguales o hagamos lo mismo; que debe haber diferencias: gente que escribe y gente que baila o que canta o que pinta o que hace números o que cuenta chistes y es graciosa o hace deporte o que incluso descansa. Y si se puede hacer todo a la vez, mejor, ¿pero habría tiempo?