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Saturday, March 13, 2010

Observación y Objetividad

Profesor emérito Israel Scheffler, foto de http://www.fas.harvard.edu/

En el capítulo ¨Observation and Objectivity¨ (¨observación y objetividad¨), del libro ¨Science and Subjectivity¨, el filósofo Israel Scheffler (Profesor emérito de Harvard Faculty) formula el problema de la independencia de la observación con respecto a la conceptualización. Una pregunta clave sería si todas las interpretaciones contribuídas por la mente pueden ser separadas, dejando un legado sensitivo solamente. Es decir, si se puede lograr que el pensamiento pueda ser verdaderamente descategorizado de tal forma que la pura aprehensión pasiva se comprima en un contenido sensitivo. Dicho de otra manera, si el pensamiento puede ser teóricamente descompuesto en dos componentes: lo dado y la interpretación. El profesor Scheffler afirma  que es consistente sostener que lo dado y la interpretación siempre están indisolublemente atados; sin embargo, se pueden distinguir analíticamente para fines teóricos.
Al respecto, cita luego a E. H. Gombrich, quien en su libro ¨Art and Illusion¨ presenta una anécdota de su experiencia personal, durante su trabajo en la guerra, en el Monitoring Service of the British Broadcasting Corporation, escuchando ¨radio transmissions from friend and foe¨ (p. 29, traducción personal, adaptada):
¨Algunas de las transmisiones que más nos interesaban eran escasamente audibles, y se volvió un arte, o tal vez un deporte, interpretar retazos de charlas que estaban grabados en cilindros de cera. Fue así como luego aprendimos hasta qué punto nuestro conocimiento y expectativas influenciaban lo que escuchábamos. Tenías que saber lo que  podría ser dicho, para escuchar lo que era dicho. Más exactamente, se seleccionaban desde el conocimiento de posibilidades, ciertas combinatorias de palabras y se trataban de proyectar dentro de los sonidos. El problema se desdoblaba: se pensaban posibilidades o se retenía la facultad crítica. Cualquiera con una buena imaginación, podía oír cualquier palabra. Sin embargo, habría que estar dispuesto a la posibilidad de equivocarse. Ésta fue la más fuerte experiencia: una vez que la expectativa y la convicción estaban firmemente arraigadas, la persona cesaba de  comprender su propia actividad, los sonidos parecían caer en el lugar apropiado y transformarse en las palabras esperadas. Tan fuerte era el efecto de esta sugestión, que hicimos de ello una práctica, la de no decir a los colegas nuestra propia interpretación, si él deseaba testearla. Porque la expectativa creaba ilusión.¨


2 comments:

  1. Interesante artículo. Gracias Myriam.

    Un cálido abrazo.

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  2. Gracias Elsa, me alegra que te interese. Cariños,

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