Estaba viendo el film surrealista de Buñuel y Dalí, Un Perro Andaluz (Un Chien Andalou), e investigando un poco acerca de su significado -que no lo tiene, pues son imágenes oníricas- he leído que la escena donde el protagonista arrastra los pianos que a su vez tienen los burros muertos en estado de putrefacción, fue una suerte de ¨ataque¨ al español (Premio Nobel 1956) Juan Ramón Jiménez (1881-1958), autor de ¨Platero y Yo¨, tan leído en las escuelas primarias argentinas, al menos en mi época.
El burro de la película Un Perro Andaluz (Un Chien Andalou). Imagen tomada de sitioaureo.blogspot.com
Diré que comparto los sentimientos de Dalí y Buñuel, no para odiarlo pero sí lo leí a mis 8 o 9 años, escéptica y aburrida, (porque a esa edad prefería la mitología), y sólo me quedó el recuerdo de una compañerita que me dijo que al final, cuando el burro muere, ella había llorado. Yo no había llegado al final aún, pero ya veía venir el final, qué otra cosa podría pasar como desenlace de un relato tan lineal, que, según el autor, no es para niños, pero parece que así lo han tomado los maestros. Del ¨Prologuillo¨:
Suele creerse que yo escribí “Platero y yo” para los niños, que es un libro para niños.
No. En , “La Lectura”, que sabía que yo estaba con ese libro, me pidió que adelantase un conjunto de sus páginas más idílicas para su “Biblioteca Juventud”. Entonces, alterando la idea momentánea, escribí este prologo: “Advertencia a los hombres que lean este libro para niños: Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡qué se yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos...
Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien! “Dondequiera que haya niños—dice Novalis—existe una edad de oro.” Pues por esa edad de oro, que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan a gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarlo nunca.¨
Sin embargo, a los 9 leí ¨Cabeza de Fierro¨ (1940), del autor uruguayo Constancio C. Vigil. Y ese burro fue mi absoluto preferido, porque no era como Platero, ¨todo de algodón¨, sino era un burro terrible, que se daba la cabeza contra las paredes, no hacía caso a nadie, casi diría, siniestro. Y creo que al final también muere. No he tenido nunca un burro, pero he visto a los niños en la provincia de Córdoba, ir montados en ellos, bien compañeros como si fueran los perritos con los de la Capital. Van y vienen a todos lados con ellos, por las sierras, es un placer verlos. Tal vez estos burros no sean tan testarudos como Cabeza de Fierro ni tan ingenuos como Platero....
Para quienes quieran recordar a Platero y Yo, les dejo el link:
Hola, sabes donde puedo conseguir Cabeza de fierro? Gracias
ReplyDeleteHola, he visto que está fuera de edición, pero la foto que ves, la saqué de ebay. Seguramente aún venden algunos. Diría que escribas en google ¨Constancio C. Vigil libros¨ y no me cabe duda que deben tener ejemplares en las escuelas o las bibliotecas barriales de Buenos Aires. Saludos,
DeleteJajajaja!!! Genial, yo también prefería a Cabeza de Fierro!!! Y si, al final se muere, de puro porfiado nomas, pero muere en su ley, y siempre me sentí identificado. "Tan famoso se hizo que la gente, cuando se quería referir a alguien por demás de obstinado, decía: '¡Es como Cabeza de Fierro!', y estaba todo dicho. Pero con el tiempo se fue perdiendo el nombre del famoso testarudo, y las personas se acostumbraron a decir simplemente "terco como un burro", lo cual es una notoria injusticia." (última página del libro)
ReplyDeleteHola John Francis, bienvenido al blog! Me alegra que estemos de acuerdo! No tengo al libro conmigo, de lo contrario lo releería :) Un abrazo,
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