El Quijote combatiendo hacia los molinos de viento. Ilustración de G. A. Harmer. Bajada de donquijote.cc
He leído la nota de Oche Califa que reproduciré a continuación con asombro, y me pregunto si en la comparación, Oche olvidó que nuestros gauchos son pendencieros, como el Quijote, aunque yo creo que la picardía del Quijote no le llega a los talones a nuestros gauchos que se defendían a poncho y cuchillo, sin armaduras, más bien lo veo como ingenuo, y por supuesto sería incomparable a Martín Fierro.
De todos modos, la idea es divertida y válida a los fines de un ejercicio de pensamiento paralelo.
Gaucho con boleadoras. Imagen bajada de http://www.argentour.com/
Es posible que el primer gaucho haya sido retratado en el Quijote? Tal vez. Sabemos que las respectivas entregas de la inmortal obra de Miguel de Cervantes se escribieron en 1605 y en 1615. Asunción del Paraguay se fundó en 1537 y la Buenos Aires de Juan de Garay, en 1580. Si es así, resulta posible que un personaje de la novela -cuyos sucesos se manifiestan como contemporáneos a su publicación- fuese a terminar de gaucho en las tierras del Plata. Y por qué no, como el primero.
¿Dónde está ese personaje y cómo puede que se intuya en él a un posterior gaucho? Se lo puede encontrar en el capítulo LI del primer Quijote y hace referencia a su persona un criador de cabras. Se trata, dice, de un tal Vicente de la Rosa, que fue llevado en leva como soldado cuando tenía doce años y regresó a su pueblo doce años después.
Al cabrero le llamaron la atención -podemos decir, lo indignaron- especialmente dos cosas. La primera, que "con una no vista arrogancia, llamaba de vos a sus iguales". La segunda, que añadiese "a estas arrogancias ser un poco músico y tocar la guitarra a lo rasgado". Sabemos que el voseo -nuestro voseo- era en la España de entonces una forma para dirigirse a quienes se tenía por inferiores, o bien a aquellos de íntima confianza. Justamente, en la segunda parte del Quijote, una mujer de la corte se queja de que, a veces, las señoras nobles no dejaran de "echaros un vos". Pero el tal Vicente de la Rosa, para quien, recordemos, no existe rey ni nadie al que considere por encima de sí, trata de esta manera a todos.
En cuanto a tocar la guitarra "a lo rasgado", es señal de que no se trataba de un gran ejecutante, sino de alguien que se acompañaba, con escaso arte pero sin complejos. Hasta donde sabemos, la mayoría de los gauchos que andaban con su guitarra por aquí y por allá no tenían más elevada capacidad como ejecutantes que este Vicente.
Pero, ¿cómo termina su historia? Como la de un pícaro embaucador, que era. Cosa que no deja de ser sugerente. Sencillamente, seduce a una joven; le promete casamiento "de palabra" (¿de qué otra forma se ha casado siempre el gaucho?); la hace huir de la casa paterna con ciertos bienes que luego le quita, y la abandona en la cueva de un monte. Eso sí: "Sin quitarle el honor"; bueno fuera. No es un final muy bonito para la idea romántica que tenemos del gaucho, pero.
Lógicamente, el personaje se pierde en la inmensidad del mundo, aunque salen a buscarlo familiares de la joven y autoridades. ¿Por qué no pensar que, apremiado por la justicia que le pisaba los talones, subió a un barco que salía para América? Más precisamente, con rumbo a la remota región platense. De ser así, don Vicente de la Rosa, con su "vos" y su guitarra, consiguió un caballo, y sin rey, cuadrilla de la justicia ni cura que pretendiesen mandarlo, se dio a vivir en estas libres regiones. En tren de suposiciones, no es mala ésta.
No conozco la historia , y contexto cultural de Argentina, pero imagino que mediante las similitudes hay historias parecidas y protagonistas semejantes, de repente es por el contexto cultural de la epoca.
ReplyDeleteHola Judith, sinceramente, yo no le encuentro el parecido, y no sólo me refiero a la ropa y las armas, el Quijote era muy medieval, nuestros gauchos no tienen nada de medieval. Pero siempre es divertido tirar teorías y ver hasta dónde se sustentan.
ReplyDeleteBesos,