Ilustración de Shannon May
Hace unos días hablaba en un post sobre si es posible que nos gusten los libros de terror, y explicaba algunas teorías sobre el deleite en las emociones negativas.
Acabo de leer un book review de Robin Marantz Henig en el New York Times sobre el libro del psicólogo evolucionista Paul Bloom, ¨How pleasure works. The New Science of Why We Like What We Like¨ y creo que debe ser sumamente interesante. Lo que sigue, es una traducción y adaptación del review que explica la postura teórica:
Al comienzo del libro, Bloom da ejemplos terribles de la vida real, como el canibalismo, los impulsos suicidas y masoquistas, la pornografía, para luego llevar al lector a temas más interesantes. Paul Bloom es profesor de psicología en Yale y su libro dista mucho de los típicos de felicidad y autoayuda; él indaga profundamente en la mente humana y analiza cómo existen ciertos trucos cognitivos que nos ayudan a negociar lo físico con el mundo social, y cómo estos trucos nos conducen a lugares inesperados.
“Many significant human pleasures are universal. But they are not biological adaptations. They are byproducts of mental systems that have evolved for other purposes.” Dice Bloom ¨muchos placeres humanos significativos son universales. Pero ellos no son adaptaciones biológicas. Son productos de sistemas mentales que han evolucionado para otros propósitos¨.
Según Bloom, nuestras fuentes de placeres más intensos son los efectos colaterales de nuestro esencialismo nato, la idea que las cosas tienen una realidad subyacente o verdadera naturaleza, y es esta naturaleza escondida la que realmente interesa. Esta cualidad, era una ventaja en nuestros ancestros, quienes pudieron categorizar las plantas y animales de su medioambiente, como peligrosos o inocuos. Hoy, esta habilidad de reconocer la esencia de las cosas, explica, hace que, por ejemplo, alguien quiera pagar $48.875 por una cinta métrica que perteneció a John F. Kennedy, ese alguien cree que la esencia de Kennedy está inmersa en el objeto. Otro ejemplo increíble, el del artista que vendió 90 latas de sus propias heces, (la mitad de las cuales estaban cerradas en forma inapropiada y explotarían, eventualmente) por $61.000 cada una.
La pornografía es otro ejemplo de placer vía esencialismo; no hay aquí intención reproductiva, pero el deseo del sexo, a la larga deviene en la continuación de las especies. Otros placeres se encuentran en la comida, la música, entre ellos, se disfruta de los chilis por el placer que provocan.
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