Una antigua foto del teatro Colón, bajada de la nota de la referencia.
Hoy estuve leyendo una nota muy amena de Hugo Beccacece sobre Las Pasiones Ocultas del Teatro Colón, nuestro orgullo en Buenos Aires, y de ella, reproduzco una anécdota cargada de erotismo, divertida a la vez, del gran escritor Manuel Mujica Láinez, a quien tanto admiro:
Manuel Mujica Láinez. Google Images
¨A propósito de Eros, en la madurez, Manuel Mujica Lainez, Manucho, contaba un episodio que le había sucedido en su juventud (cuando aún no estaba casado). Lo contaba con gracia pero también con una dosis de misterio. En aquella época, él circulaba por los salones de Buenos Aires con curiosidad y cierto desparpajo, protegido por una coraza hecha de ironía, frases punzantes y el don del relato. Un matrimonio muy elegante, de esos (según el decía) cuyos apellidos sonaban a música de Bach, lo había invitado a una función de ópera en el Colón. ¿Cuál? ¿ Tristán e Isolda ... ¿ Turandot ... Uno de los atractivos de esa noche era que el matrimonio tenía un palco baignoire , los famosos e inquietantes palcos enrejados, llamados "palcos de viuda", desde los que se escucha la música con gran concentración, porque están aislados de todo espectáculo mundano: no permiten ver el escenario con comodidad ni tampoco ser vistos. Manucho nunca había estado en una de esas curiosas "cavernas" de terciopelo rojo que preservaban la intimidad. Se sentó entre la esposa y el esposo en la penumbra de esa especie de gruta recorrida de modo irregular por los reflejos de las luces que provenían del escenario. Se sentía atraído desde hacía mucho tiempo por la mujer experimentada e inalcanzable que tenía a su lado: era hermosa, mayor que él, muy altiva y desenvuelta, pero con ojos brillantes de malicia. En cierto momento, llevado por el lirismo de la música, tuvo la impresión de que flotaba, de que ningún obstáculo se interponía entre él y sus deseos. Protegido por las tinieblas, sin pensarlo, tendió su mano derecha para apresar la mano izquierda de su vecina. Lo hizo con pasión, pero también con una temerosa ternura. Ella no lo rechazó, no apartó la mirada de la escena, fingió que nada había ocurrido, pero respondió con una leve presión a la de su joven amigo. El cuerpo del joven escritor había desaparecido o más bien se había concentrado, íntegro, en aquella mano; todo él era esa mano; sin embargo, de pronto, volvió a tomar conciencia de lo que lo rodeaba para reprimir la sorpresa: su otra mano, la izquierda, había quedado cautiva de la mano derecha del marido, que había replicado el gesto de Manucho. ¿Era una advertencia o una invitación? Los tres ocupantes del palco no se movieron ni se miraron, pero continuaron enlazados por la música y esa cadena de dedos cálidos que, de tanto en tanto, volvían a ajustarse y ensayaban una caricia distinta con la mayor discreción y temeridad. Los tres seguían contemplando el desarrollo de la acción y apretándose las manos como si no les pertenecieran, como si el trío no hubiera advertido lo que era imposible ocultar. El aire confinado del palco estaba cargado de tensión, invadido por la música incandescente y por todo lo que no se decía. Cuando el acto terminó, los tres se levantaron de sus sillas, comentaron las interpretaciones y salieron a caminar por los corredores y salones. Se volvieron a encontrar en fiestas, en comidas, en otros espectáculos, pero ninguno de los tres mencionó el episodio o lo evocó con una mirada cómplice.¨
Hola Myriam:
ReplyDeleteDeliciosa anécdota por esa carga intensa de deseo, aderezado con culpa y confusión en la que se vio envuelto el escritor y por esa atmósfera que se antoja mágica.
Un abrazo fuerte.
Gracias querida Eugenia, no podía dejar de compartirla, me encantó leerla. Un beso,
ReplyDeleteHola, otra vez:
ReplyDeleteNo conozco nada de Mujica Láinez, ayer vi una entrevista en donde habla de sus inicios en el periodismo, me pareció muy simpático e interesante, ya buscaré algo de él.
Aprovecho para comentarte que tal vez no te llegó el mensaje por FB de que te había dejado un regalito en La Aldea, si quieres echarle un ojo, aquí te dejo el enlace: http://aldeadelasletras.blogspot.mx/2013/02/hagamos-un-trato.html
Un abrazo.
Muchas gracias querida Eugenia, es un honor. Un beso,
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