Mientras miro el jardín
de frutales detrás de la cocina, reflexiono acerca de partir de la gran ciudad
y vivir en medio de este paraíso prometido; la casa no es nuestra sino de su
familia, luego me permito fantasear con la idea de pedirla prestada, por meses,
un año tal vez. Escucho a la familia deliberar sobre demoler algunas
estructuras desvencijadas que atraviesan el terreno, una discusión que no me
pertenece, aunque reconozco que no está mal la idea de liberar la tierra. Yo la
haría más próspera, remplazaría por pastos la polvareda dejada por años de
autos entrando sin orden y esparciría semillas hasta el horizonte.
Múltiples ojos de
cristales tallados brillan bajo el sol del verano, titilan y me invitan
soñadores a visitar las delicadas entrañas de madera; me deslizo cuidadosamente
por el piso de parquet, me tiento a tocar texturas, oler sus muros de argamasa con
romero… allí voy, esmerándome en cada rincón, sacando lustre por todos lados, ya
vaciando los bolsos, doblando ropa, repartiéndola en nuestro cuarto, más allá
el de los niños, ocupo los ambientes con muebles imaginarios de troncos y decoro con
flores frescas por doquier; tus voces de cañerías
oxidadas se destacan sobre los que están teorizando; te respondo fiel: acá
hemos de arraigarnos.
Y sólo por el
placer de asimilarte, tomaré entonces algunos hábitos rurales: verteré sal
gruesa en el umbral, esconderé una escoba detrás de tu puerta, esparciré agua
bendita en los zócalos, te perfumaré con incienso de salvia; recorreré los
montes buscando los caídos de las tormentas, y allí, entre las ruinas de los
árboles que no resistieron, clavaré las fotos de sus previos dueños en espera
paciente de la recompensa a mis esfuerzos.
Toma de Posesión by Myriam B. Mahiques is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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