Caballo embalsamado (¿Muerto o vivo? Ud. decide!) colgando de la espiral del Guggenheim, New York. De la obra de Maurizio Cattelan. Foto de http://www.lanacion.com.ar/1436825-por-que-le-habran-puesto-caballos
Nadie lo recuerda bien al Piluso, pero sí algunas de las instancias de su vida intrascendente que fue medianamente corta como su inteligencia. No hubo mucho que decir, creemos que murió repentinamente, sin dar pistas previas a la familia de obesos en la que se inmiscuyó siendo un joven desgarbado, cortejando a la soltera de turno, entre twists, gritos y copas, sin descapotables, sólo el colectivo del barrio que conservaba algunas calles de tierra, más allá del Club de fútbol en esfuerzo constante por salir de la C, con jugadores a quienes se les acercaba para atisbar unos minutos de la gloria local.
Debo admitir que tenía ojos interesantes, al menos eso le dejó a sus hijas, ya que habría perdido su trabajo fabril y quedó bajo el ala protectora del suegro, quien le comprara una granja frutal, a ver si el cuidado del monte lo motivaba fuera del licor y las cartas, pero hasta en eso fue desafortunado, perdiendo las pertenencias de la casita en un robo y los arbolitos en la peste de los ´70. Y de esa época de campos, sí tenemos bien presente el incidente del caballo sin pedigree, Tito, el preferido de los campesinos, quien de puro fastidio, lo tiró de su monta hacia adelante, encabritado en dos patas, mas supo frenarse sobre las cuatro, en tiempo y forma, a un centímetro del cuerpo del Piluso que yacía temblando en los yuyos.
Será por su astucia, su burla despiadada, tal vez la grandeza del perdón de la vida humana, que los campesinos ensalzaron aún más al caballo, al que todos recordamos, ya que a partir de ahí, su noble vida animal trascendió por largos años.
Vea más fotos de la exhibición de Cattelan en el Guggenheim:
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