El otro día mi esposo me dice, ¨sabés que están preparando el viaje al centro de la tierra?¨, por supuesto, le comenté, ya sabía de la remake de la película. Se empezó a reír, y me dijo ¨estoy hablando literalmente!¨.
Muchas veces pienso en Julio Verne, a veces me resultaba aburrido, pero qué gran visionario! Y para completar el panorama, ahora tenemos publicados Dos Lecciones Infernales, de Galileo Galilei.
Leamos el texto del artículo de Silvia Hopenhayn para la Nación:
Retrato de Galileo Galilei por Giusto Sustermans. Imagen de Wikipedia. org
En momentos en que la Tierra tiembla y enfurece, la NASA fortalece sus intentos de llegar al centro del planeta. Si bien ese punto queda a 6400 kilómetros, estamos parados sobre ella y esta distancia resulta más tangible que los años luz que nos separan de estrellas y galaxias. Pero así como hay sofisticadísimos artefactos espaciales que llegan a planetas remotos, el invento de un taladro para alcanzar el núcleo parece propio de Brobdingnag, territorio de los gigantes en Los viajes de Gulliver . Precisamente, la novela de Jonathan Swift, junto con La isla misteriosa , de Julio Verne, y La isla del tesoro , de R. L. Stevenson, sirvieron para escribir el guión de la segunda parte de la película Viaje al centro de la tierra , a estrenarse este año. La imaginación puede llegar a lugares insospechados; para averiguar dónde estamos parados, mejor leer algunos libros.
Un ejemplo de ello es el pequeño y precioso texto, recién traducido y editado en español por La compañía, Dos lecciones infernales , del astrónomo, matemático, filósofo, físico y maestro del Renacimiento Galileo Galilei.
En el entretenido y riguroso posfacio de Matías Alinovi, nos enteramos de que estas lecciones fueron lecturas públicas que realizó Galileo en 1588, cuando tenía 24 años, ante los miembros de la Academia Florentina. Su intervención oral se insertaba en una polémica entre comentadores de La Divina Comedia , de Dante Alighieri, de sesgo político. Galileo se zambulle en el trazado del "Poeta", como él lo llama, para desglosar "la grandísima caverna distribuida en ocho grados, de modo tal que el infierno sería un grandísimo anfiteatro que al descender de grado en grado se va angostando".
En sus dos lecciones sesudas y paródicas del descenso al infierno, proponía medir el tamaño de las esferas de hielo (Antenora, Tolomea, Judeca y Caína), en las que Dante divide el Círculo Noveno y último del infierno: el de los Traidores. Para ello se basa en la descripción del gigantismo de Lucifer, dado que si conociéramos su tamaño, "tendríamos la distancia del ombligo al medio del pecho, y en consecuencia, el radio de la esferita menor". Galileo aplica el cálculo geométrico al campo biográfico, en una especulación fisonómica que parece un ejercicio lúdico. Proyecta así la propia estatura de Dante en la descripción que éste realiza de Lucifer, para ubicar con exactitud el obligo del diablo, o sea, las coordenadas del centro de la Tierra.
La descripción es maravillosa: "En el centro de las mencionadas esferas de hielo está encajado Lucifer. Al llegar hasta él, Virgilio y Dante descendieron por sus vellos hasta el ombligo, que es el centro del mundo, y al trepar por los hirsutos muslos, por fin alcanzaron sus pies, en el otro hemisferio, donde subieron por una calle retorcida y salieron así a ver de nuevo las estrellas".
La arquitectura dantesca es una osamenta de las creencias. Todo lo demás -parafraseando a Borges- es pura o mera ciencia. Y a pura ciencia, no siempre se llega.
FUENTE:
Artículo de Silvia Hopenhayn para La Nación, sección Opinión
Un fragmento de Dos Lecciones Infernales en pdf:
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