Estatua de Mafalda, en Chile y Defensa. Foto bajada de Revista Eñe de Cultura
Pensaba hoy que en mi blog no he escrito sobre Mafalda, ese gran personaje de Quino; sin embargo he leído y releído todas sus historietas, sin excepción. Es cierto que su humor político es atemporal, sus frases inteligentes e incisivas se pueden aplicar a tantas situaciones en cualquier lugar del mundo.
Su creador ha cumplido 80 años y en homenaje, reproduzco el artículo de Andrés Neuman para Revista Eñe de Cultura:
El joven Quino cumple ochenta años. Mafalda algunos menos, aunque ya va teniendo edad de criar nietos de su edad. Soy de los que opinan que lo mejor de Quino no es Mafalda sino sus otros álbumes, desde misceláneas como “Déjenme inventar” hasta el genial homenaje al mundo creativo de “Ni arte ni parte”. La constante repercusión de la niña política podría llevarnos a pensar que su humor es atemporal. Sin embargo, releídos con perspectiva, los tics discursivos del personaje de Mafalda, su educación sentimental y su manera de entender el compromiso, transparentan con fuerza sus coordenadas históricas.
¿Cómo una serie tan aparentemente generacional y nacional se ha mantenido vigente en medio mundo durante medio siglo? La modesta épica de clase media que ilustra (y también parodia) la familia de Mafalda explica en parte su poder de identificación. Otra razón, más narrativa, es su multiplicidad de registros. Mafalda finge ser protagonista estelar, pero estructuralmente hablando es apenas un hilo conductor. Lo crucial no son tanto sus intervenciones como sus interlocutores, su capacidad para generar un coro. Digamos que Mafalda tiene vocación de cuento breve. Pero sus variopintas amistades la obligan a novelizarse, y en esa ramificación de voces se vuelve irresistible.
Como lector de ficción, que Mafalda siempre tenga una respuesta trascendente para todo me produce una mezcla de admiración e irritación. A veces no saber qué pensar sobre la realidad resulta más trágico y expresivo que impartir sin descanso aforismos morales. Por eso mis mayores simpatías fueron desde el principio para el personaje de Felipe, existencialista tímido, conmovedor en sus búsquedas y sobre todo en sus dudas. También me atrae la impaciencia de Guille, su capacidad para pronunciar una buena frase y volver al desorden. Para reflexionar y, en el cuadro siguiente, patear una tortuga.
Los diálogos de Mafalda son memorables. Pero el Quino que más me conmueve es el mudo. Ese que nos delata sin panfletos, que desnuda nuestra ideología en elocuente silencio.
Mafalda fue siempre uno de mis comics favoritos, igual que Asterix y Obelix. Me encanto peculiarmente el personaje de Mafalda, y su forma de ver el mundo. Una buena serie de comics que marco una epoca que todavia se encuentra vigente en las jovenes generaciones. Saludos. Judith
ReplyDeleteHola Judith, mi marido también se leyó todas las Mafaldas y las releyó. Cada tanto recordamos juntos alguna tira y nos reímos a carcajadas. Los chicos nos miran sin entender, ellos ya tienen muchos años en EEUU y no la recuerdan, creo que mi hija menor no la conoce. Y no sé si entenderían sus chistes, se necesita además ser argentino para comprender, por ejemplo, los viajes por la ruta a Mar del Plata con el Citroën, qué gracioso.... Asterix también me gusta. Un beso,
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