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Saturday, January 28, 2012

Daños Colaterales. De Zygmunt Bauman

Zygmunt Bauman. Foto de Laura Hodgson.

Ya tengo más de un post de Zygmunt Bauman, el sociólogo polaco radicado en Inglaterra, quien recibiera -junto a Alain Touraine- el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010; me gusta su concepto de Modernidad Líquida, que implica que no hay tiempo para familiarizarse con un estilo de vida, y en la actualidad, los cambios son constantes.
He leído en La Nación que se acaban de publicar dos de su libros en español: Daños Colaterales y 44 Cartas desde el Mundo Líquido. Me tienta más el primero, y, rescato del artículo el ejemplo del huracán Katrina, ya que he seguido desde Los Angeles el desarrollo de los acontecimientos, con mucho dolor. Cuando las aguas bajaron, varios de los residentes pobres a los que alude Bauman, volvieron a sus casas, por más deterioradas que estuvieran, mientras aún se mantuvieran en pie. Dijeron que esa era su tierra, su casa, su vida, y no se resignaron a vivir con familiares en otros Estados. Del artículo de Gustavo Santiago:

¨Daños colaterales se compone de once ensayos elaborados a partir de conferencias dictadas por Bauman en los que el tema predominante es la desigualdad socioeconómica actual. La idea del "daño colateral" proviene del lenguaje militar: ante la presencia de un objetivo que se considera justificable, los perjuicios a inocentes son minimizados. Esto mismo sucede, según el autor, con cualquier medida económica o política tomada en el mundo global, con la particularidad de que las víctimas colaterales son siempre los marginales del sistema. Incluso en los casos de catástrofes naturales el esquema es el mismo. Tomando como ejemplo el huracán Katrina, Bauman señala que "las víctimas más golpeadas por la catástrofe natural fueron quienes ya eran desechos de clase y residuos de la modernización". El huracán, como fenómeno natural, no distingue entre ricos y pobres; blancos, latinos o negros. Pero mientras que las personas con mayores recursos tenían los bienes asegurados y contaban con posibilidades reales de abandonar el lugar, los pobres se vieron condenados a quedarse a intentar salvar las pocas -pero irreemplazables- posesiones, fruto del trabajo de toda una vida.¨

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