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Monday, June 21, 2010

Racismo, Discriminación y Silencio

Imagen de http://humortalha.com/


El racismo es una absoluta realidad, a pesar que mucho se ha avanzado desde los viejos tiempos de la esclavitud. Cuando pensamos en el tema, lo primero que se nos viene  a la mente es negro/blanco. Sin embargo, hay muchos casos de racismo dentro de grupos de la misma nacionalidad. Leía en Los Angeles Times, por el 2005, uno de los casos más serios en el Sur de California, eran los dos grupos de adolescentes mexicanos y chicanos (hijos de mexicanos nacidos en EEUU) de la High School de Montebello. Allí existen dos facciones fuertemente divididas, los recién llegados a EEUU y los aculturados. Las diferencias las marcan con la ropa, la música que escuchan, los lugares que ocupan en las mesas al comer, el idioma. Ningún chico aculturado aceptará hablar el español, a fines de evitar discriminación.
El racismo comienza en las familias y se desarrolla en las escuelas. Pero, a lo largo de años de vivir en California, he aprendido que el tema no pasa por los colores de piel, sino por actitudes culturales. Me contaban mis hijos mayores que, por ejemplo, los asiáticos son muy buenos alumnos y compañeros dentro de la escuela, pero cuando salen, jamás irán con chicos de otra raza. Y los mexicanos y chicanos, forman grandes grupos porque viven concentrados en algunos barrios.
En las escuelas de Compton, las maestras blancas están atemorizadas por la fuerte población negra que suele hostigarlas, amparada bajo directivos de color. Fuera de las escuelas, la confrontación es violenta y absoluta, entre grupos negros y mexicano/chicanos que los están desplazando.
Podría seguir con ejemplos, pero me interesa mostrar desde el punto de vista de una profesional, qué sienten las maestras al respecto. El que sigue es un texto traducido y adaptado del libro ¨Affirming Diversity¨, de Sonia Nieto. De la página 42:
¨Muchas veces, discriminación no intencional es practicada por bien intencionados maestros que temen que hablar acerca de razas, solamente exacerbará el problema. Como consecuencia, muchas escuelas se caracterizan por una ausencia curiosa de charlas sobre diferencias raciales. El proceso comienza con las maestras practicantes. En un estudio, Alice McIntyre entrevistó a un grupo de estudiantes para maestras blancas que trabajaban en escuelas urbanas, a fines de entender cómo ellas veían su piel blanca en relación a la enseñanza. Ella encontró que estas practicantes eran reacias a discutir sobre racismo o considerar su rol individual o colectivo en perpetuarlo. Porque ellas veían fundamentalmente a sus alumnos como víctimas de la pobreza y negligencia de los padres, con lo cual, preferían tener una posición protectiva de ¨caballeros blancos¨. Esta actitud patronizadora, facilitaba la negación del racismo.
El silencio y la negación del racismo prevalece cuando estas estudiantes ya son maestras. Continuando con este tipo de estudio, Karen Donaldson tuvo dificultades en reclutar maestras blancas que tomaran parte de un curso de educación anti racista, porque muchas de ellas no conocían – o declararon no conocer- las desviaciones raciales en las escuelas y cómo esas desviaciones afectaban el desarrollo de sus alumnos. Wollman-Bonilla, encontró que había una gran proporción de maestras que explícitamente rechazaban en los cursos de literatura los libros de razas y racismo para que lean sus estudiantes. Ya sea por proteger a los alumnos de la realidad desagradable o para evitar mitos sociales, Wollaman-Bonilla concluyó que muchos maestros carecen de coraje para presentar puntos de vista que difieran del los populares. Como resultado, su rol se vuelve el de mantener el status quo más que el de ayudar a los niños con cuestiones de desigualdad e injusticias.¨

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