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Monday, March 15, 2010

Naturaleza Multiescalar del Territorio

El cerco, incluso en un lugar desierto, es un símbolo de territorialidad. Imagen de http://www.mattisongallery.com/photo_gallery/Dune%20Fence.jpg

Según la definición ofrecida por los geógrafos, ¨Territorio¨ es el espacio apropiado por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales. (Citas de G. Giménez). El territorio se construye a través del espacio.
Presento hoy un párrafo del texto de Gilberto Jiménez (UNAM), ¨Cultura, territorio y migraciones. Aproximaciones teóricas¨, publicado en Alteridades, 2001. 11 (22): Págs. 5-14

Entendido como espacio apropiado, el territorio es de naturaleza multiescalar. Es decir, puede ser aprehendido en diferentes niveles de la escala geográfica: local, regional, nacional, plurinacional, mundial. El nivel más elemental sería el de la casa habitación, no importa que se trate de una mansión, de una tienda de campaña o de un vagón de ferrocarril. Nuestra casa es “nuestro rincón en el mundo”, como decía Gastón Bachelard, nuestro territorio más íntimo e inmediato, o también la prolongación territorial de nuestro cuerpo. Como territorio inmediato y a priori del hombre, la casa desempeña una función indispensable de mediación entre el “yo” y el mundo exterior, entre nuestra interioridad y la exterioridad, entre “adentro” y “afuera”.

El siguiente nivel sería el de los territorios próximos (Hoerner, 1996: 32), que de alguna manera prolongan la casa: el pueblo, el barrio, el municipio, la ciudad. Se trata del nivel local, que frecuentemente es objeto de afección y apego, y cuya función central sería la organización “de una vida social de base: la seguridad, la educación, el mantenimiento de caminos y rutas, la solidaridad vecinal, las celebraciones y los entretenimientos” (Di Méo, 2000: 101).

Después vendría el nivel de los territorios intermediarios entre lo local y el “vasto mundo” (Moles y Rohmer, 1998: 100 y ss.), cuyo arquetipo sería la región. Se trata, como sabemos, de una realidad geográfica difícil de definir debido a la enorme variedad de sus funciones y de sus formas. Pero los geógrafos están de acuerdo en que coincide siempre con un espacio intermediario, no necesariamente contiguo, situado entre el área de las rutinas locales y el de las aventuras o migraciones a “tierras lejanas”. Armand Frémont lo define así: De una manera general, la región se presenta como un espacio intermedio, de menor extensión que la nación y el gran espacio de la civilización, pero más vasto que el espacio social de un grupo y, a fortiori, de una localidad. Ella integra los espacios vividos y los espacios sociales confiriéndoles un mínimum de coherencia y de especificidad. Éstas la convierten en un conjunto estructurado (la combinación territorial) y la distinguen mediante ciertas representaciones en la percepción de los habitantes o de los extranjeros (las imágenes regionales) (Frémont, 1999: 189). Él también propone tres tipos ideales de regiones:

Cazadores-recolectores. Imagen de la National Geographic Society

1) Las regiones fluidas, que corresponden a las poblaciones no estabilizadas, como las de los ca- zadores recolectores y las de los nómadas o seminómadas.
2) Las regiones de arraigo, correlativas a las viejas civilizaciones campesinas.
3) Las regiones funcionales, enteramente dominadas por las ciudades y las grandes metrópolis.

El siguiente nivel escalar corresponde a los espacios del Estado-nación. En este caso predomina la dimensión político-jurídica del territorio, ya que éste se define ahora primariamente como un espacio de legitimidad del Estado-nación, aunque no se excluye la dimensión simbólico-cultural, ya que a imagen y semejanza del territorio étnico, también el territorio nacional se concibe como un territorio-signo, es decir, como un espacio cuasi-sagrado metonímicamente ligado a la comunidad nacional.

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