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Friday, July 5, 2013

La piedra de Moisés. The Moses stone. Un libro para devolver


Verano. Me doy espacio para leer un poco más, y cada tanto, banalidades.
Pero a mi edad, cuando uno lee libros ridículos, es hora de cuestionarse porqué en vez de leer The Moses Stone, mal traducido al idioma español La piedra de Moisés, de James Becker, no debiera estar terminando, por ejemplo, las obras completas de Edgar A. Poe, en el inglés original (bastante oscuro por cierto), o las obras completas de Wilde que nunca terminé. Y sólo para empezar, porque tengo una cantidad de títulos excelentes en espera.
Es que no sólo de estudio vive el hombre, por así decirlo, cuando estoy saturada de intelectualidades, y además no me tomo vacaciones formales, no me arrepiento de leer tonterías, de las que llevan cinco minutos. Pero un libro lleva días.

He estado viendo las estrellitas asignadas a este libro en Good Reads, y no veo opiniones intermedias, los hay que lo dilapidan como yo, y los que lo adoran, y esta situación me retrotrae a las famosas obras de Paulo Coelho quien me parece un escritor abominable, salvo por un par de citas.
James Becker, tal vez intente sacar provecho de temas arqueológicos, escudado tras el boom de Dan Brown, quien, dicho sea de paso, al menos nos entretiene. Pero Becker lo hace mal, y en forma ridícula.

La novela empieza bien, en el prólogo. De ahí en más el plot es tan absolutamente simple que lo puedo contar, brevemente:
Una pareja viaja por primera vez a Marruecos, y la mujer, da, por pura casualidad con una pieza de cerámica con inscripciones, muy insignificante parece, no obstante ella, la envía por correo a su casa en Inglaterra. Me pregunto porqué alguien que guarda un pedacito de cerámica antigua (no es una piedra, ya la traducción del título es inadecuada) decide mandarla por correo standard cuando cabe lo más bien en un bolsito o una valija.

Esa pareja es asesinada, obvio, la ¨piedrita¨ es valiosa, y un policía con su ex mujer, van a la caza de la pieza, perseguidos por grupos árabes, israelíes y británicos inescrupulosos que venden piezas arqueológicas en el mercado negro. La mujer, ohhhhh, casualidad, es experta en cerámicas arqueológicas en el Bristish Museum pero también tiene habilidades para leer arameo, vaya, cómo sabe la gente.....

La hija de la pareja asesinada, también lo es, y se dice que el marido está devastado. No más referencias al marido, pobre, estará llorando aún por la pérdida de tantos familiares.

Lo que sigue, ellos corren, los grupos -malvados todos- los buscan, aquí, allá, deciden matarlos, que sí, que no, pero si les disparan, ellos salen indemnes y el policía, de serlo, no se luce en absoluto. Y por supuesto, son tan inteligentes que descifran, sólo con leer arameo, la ubicación de la ¨piedra¨ sobre la que no queda claro si es parte de los diez mandamientos, o un tesoro, o si se combina con otras ¨piedras¨ es tan importante como para que los israelitas recuperen su tierra. 
En otras palabras, lo que los arqueólogos expertos jamás pudieron  hacer, ellos resuelven en unos días, sólo con ayudarse con un diccionario en Internet, y otro clásico, un poco más avanzado. 

Estoy sorprendida. Un plot tan ridículo no puede ser aceptado por editores y además la novela se declara ¨best seller.¨ Me indigna.

Eso no es todo. Los tontos diálogos no dejan nada para la reflexión, ni sobre la relación entre los ex esposos. (Tampoco hay conflicto entre ellos, porque parece que él alguna vez se enamoró de una amiga común, pero ella murió en algún momento, y listo).

Cada tanto, la experta señora, explica como si recitara Wikipedia sobre los rollos de Qumran, los diez mandamientos (que eran más, ahora me entero), y lo más increíble de todo: al final, las notas del autor, son esas mismas palabras de diálogos, con la información enciclopédica apenas más completa.

Me odio incluso por haber dedicado este tiempo para el review, pero es importante para mí alertar a los ávidos lectores. 
VADE RETRO JAMES BECKER!

Nota al margen: el libro lo compré usado en la biblioteca, y me llamó la atención que se veía absolutamente nuevo. Mi conclusión es que quien sea lo compró, lo donó sin más pensar. Ahora la donaré yo, y tal vez consiga un destino más apropiado que mi recipiente de basura.

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