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Wednesday, September 21, 2011

La espacialidad de nuestras palabras ¿Cómo tipeamos cuando escribimos?

Cangrejo con manos en teclado. Arte digital de Myriam B. Mahiques

No sé cuántas personas al día de hoy pueden escribir notas, en una hoja, en papelitos, en servilletas. Yo los uso si no tengo otra opción, pero realmente me desacostumbré. Tuve una formación comercial en el colegio secundario y pasé tres años escribiendo a máquina, tomando exámenes de velocidad y corrección, y aún recuerdo las carreras desesperadas a la sala de máquinas donde teníamos una máquina preferida, generalmente las Remington viejas (qué bonitas!) con esas teclas aceitadas,  pesadas y precisas marcando fuertemente la letra requerida; lo terrible era cambiar la cinta y ensuciarse las manos de negro y/o rojo, las hojas, la ropa, todo alrededor de la máquina e incluyéndola. Las eléctricas, ah, qué invención! Pero quien aprendió mecanografía con las Remington, debía adaptarse a la suave presión de las nuevas teclas, un error de fuerza y el examen se invalidaba con la repetición ad infinitum de la letra en cuestión. 
 Luego, estudié estenografía, un par de años, y es el día de hoy que si escribo a mano agrego signos que recuerdo claramente, supongo es mi placer por la criptología.
Aún apoyo las manos estrictamente en el teclado, como nos enseñó la profesora, a no saltearse la ASDFG  ÑLKJH de los extremos al medio, luego de arriba a abajo, las manos firme en posición, la espalda DERECHA y la cabeza erguida hacia la izquierda. Pero, mi teclado no tiene Ñ. Y ya algún observador se ha sorprendido de cómo configuro en segundos de acentos con Ñ a no acentos, y me aprendí la ubicación de los signos según el idioma. Más asombroso aún es ver a mis hijos, -que jamás estudiaron mecanografía- tipeando tan absolutamente rápido que me da envidia haber perdido meses largos de mi vida practicando en mi Olivetti portátil. Le pregunto a mi hijo, y dice, ¨Ma, hay una aplicación, es inteligente, movés el índice en diagonal y ves, con un pase te escribe la palabra¨. Pregunto a  mis hijas y dicen ¨Ah, yo comienzo con la letra que quiero y luego, de memoria muevo los dedos según la letra inicial¨. La mayor agrega: ¨hay que tener cuidado porque a veces las aplicaciones entienden mal y pueden mandar un insulto, especialmente si somos bilingües.¨
Vaya, interesante este tema de la espacialidad. Tal como nosotros dibujamos en los planos, espacialidad absoluta (mi método) y relativa (el método de mis hijos). Dos espacialidades mentales distintas, que arriban a un mismo resultado, con la diferencia que a mí me llevó tres años lograrlo. 
Sin embargo, a pesar de enquistar la espontaneidad de la letra personal, que tanto nos expone, he aprendido también que tipear es otra forma de comunicarse; en el mundo actual del chat e emails, hemos incorporado otros símbolos que reemplazan palabras, que no son los técnicos de estenografía, sino que representan mucho más, como un estado de angustia, un enojo, alegrías, aceptación o no de lo que el otro dice, euforia, etc. Por ejemplo, un guiño de confidencia o picardía, no es más que un punto y coma seguido de un paréntesis. La abstracción perfecta.
Lo que nos lleva a un comportamiento diferente al de la ¨espalda erguida¨, que se rige por códigos de sentido común o semióticos. Entre otros, no he de escribir en mayúsculas, menos aún en color rojo, he de respetar la longitud de mi texto en las respuestas para que el ¨otro¨ no interprete invasión de su espacio virtual, el que ya no se limita a la A4 sino al universo de las redes.

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