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Sunday, August 28, 2011

No hay oficio despreciable

Old butchery. Vieja carnicería. De http://www.flickriver.com/photos/bahrt/tags/santelmo/

Un santo varón pidió a Dios que le revelara quién iba a ser su compañero en el Paraíso. La respuesta vino en sueños: «El carnicero de tu barrio.» El hombre se afligió sobremanera por tan vulgar e indocto personaje. Hizo ayuno y tornó a pedir, en oración. El sueño se reiteró: «El carnicero de tu barrio.»
Lloró el piadoso, oró y rogó. Nuevamente lo visitó el sueño: «En verdad que si no fueras tan piadoso, serías castigado. ¿Qué hallas de despreciable en un hombre cuya conducta desconoces?» Fue a ver al carnicero y le preguntó por su vida. El otro le dijo que repartía sus ganancias entre los pobres y las necesidades de su casa y convino en que esto muchos lo hacían; recordó entonces que una vez redimió a una cautiva de la soldadesca a cambio de un gran esfuerzo de dinero. La educó y la halló apropiada para darla en matrimonio a su único hijo, cuando llegó un joven forastero que se veía angustiado y que manifestó que había soñado que allí se hallaba su prometida desde niña, la que había sido secuestrada por unos soldados. Sin vacilar, el carnicero le entregó a la joven.
«¡Verdaderamente eres un hombre de Dios!», dijo el santo curioso y soñador. En las entretelas de su alma, deseó verse una vez más con Dios, para agradecerle en sueños el buen compañero que le había sido destinado para la eternidad. Dios fue parco:
«No hay oficio despreciable, amigo mío.»

Rabí Nisim, Yafé Mehayeschua citado por Borges en su Libro de Sueños.

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