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Friday, May 20, 2011

Acerca del fenómeno de las ediciones de autor (o libros a medida)

Ilustración de Max Dalton, bajada de la nota de referencia

Leía esta mañana la nota de Ezequiel Vinacour para La Nación, sección ADN Cultura, sobre los libros a medida, y reflexionaba acerca de las posibilidades de editar libros sin pasar por los rechazos de las grandes editoriales.
Una excelente descripción de los procesos, la hace Umberto Eco en El Péndulo de Foucault, donde el personaje principal trabaja en una editorial, y cuenta los artilugios de los editores para entusiasmar a los esperanzados escritores, de los cuales absorberán todo lo posible, sin riesgo; en las ansias de firmar un contrato con ¨las grandes¨ el autor no repara en que si no vende toda una voluminosa tirada, sus libros serán incinerados, llegado este momento, desesperado, los comprará y se los regalará a sus amigos y familiares.
Los libros a medida o ediciones de autor, parecen ser la contracara de esta situación, así cada cual publica lo que desea, por vanidad, o por dejar algo para la posteridad, o porque  considera que algo bueno se aportará a la humanidad. La producción es costosa, pero, como dice un editor ¨cuesta como hacer una fiesta¨, entonces es un placer que podríamos darnos si tuviéramos con qué. Con respecto al lucro, está claro que las tiradas deben ser pequeñas, y que nunca estarán en los estantes de las librerías más importantes, en otras palabras, no se deben esperar ganancias, aunque no falta la excepción a esta regla.
Tal vez estos libros sean un culto a la vanidad, mas hemos de tener en cuenta que puede haber excelentes autores que no han tenido oportunidad de llegar a los grandes sellos editoriales, y ésta es su única modalidad posible. Que también saldrán muchos libros ridículos, aburridos, vanos,  no me cabe ninguna duda. 
Dice Hugo Caligaris al respecto:
¨Es posible que la interpretación errónea de una máxima célebre sea la causa del auge de las así llamadas ediciones de autor, a las que dedicamos la tapa de este número. La frase tiene el peso de un mandato: todo ser humano debe tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Pero no dice que además haya que publicarlo: si todos los hombres publicaran sus libros "a la antigua", en el tradicional soporte del papel, no habría árboles que alcanzaran y el total de los bosques del mundo debería ser destinado a la fabricación de pasta celulósica. Por fortuna, todavía son mayoría los autores secretos y, también por suerte, muchos de los que deciden salir de la intimidad del escritorio eligen hacerlo con respeto por la ecología, a través de Internet. Sobre los otros, los que pagan para ver impreso su libro, no hay que ser prejuiciosos. Tal vez la mayoría esté invirtiendo sólo en su propia vanidad, pero es probable que el gasto se justifique en ciertos casos. De un modo u otro, la autoedición es un negocio formidable y nada deshonesto, ya que tanto los editores como los autores reciben exactamente lo que buscan.¨
Muy acertada la conclusión del Sr Caligaris sobre la nota de Los libros a medida (interesante por cierto). No me ha quedado claro, con tantas editoriales originadas en la casualidad o la aventura, quién se designa corrector de los libros, o si, según la editorial, cada cual publica lo que le viene en gana. Justamente el cliché ¨nosotros editamos libros de calidad¨, me recuerda a los gordos personajes frente a los clubes de baile, ¨Ud sí, Ud no¨, lo cual es un filtro que genera más público ansioso por traspasar esas puertas.
Les dejo el link para leer toda la nota:

2 comments:

  1. Querida Myriam:
    Muy interesante entrada.
    A mí me parece que la decisión de incursionar en el mundo de la edición de autor se toma no cuando se tiene una obra de arte maravilla y única, aunque incomprendida y rechazada una y otra vez por las editoriales, que ni siquiera se toman la molestia de recibir el manuscrito. Se toma cuando hay un dinero que se puede disponer para eso, como el que gastas en una fiesta, justamente, y que disfrutarás en el proceso de edición y después de la presentación, en una sobremesa tan larga como quieras hacerla. Si se tiene suerte y se vende es maravilloso, si no, por lo menos se tiene la enorme satisfacción de no haberle pedido a nadie por darle gusto a la vanidad. Ojalá se gastara más en ediciones de vanidad, ¿no crees?
    Va un fuerte abrazo.

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  2. Querida María Eugenia, coincido con vos. He posteado este artículo en una red literaria y hay opiniones dispares, las he leído todas y espero más, esa era mi intención, generar una discusión de la cual surgieran conclusiones. Me quedo con la tuya, como decimos los argentinos (u otros) Quién me quita lo bailado?
    Un beso,

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