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Saturday, April 9, 2011

Fragmentos

Fragmentos. Foto de Milena Makianich

Muy enclenque, apoyada contra las paredes de mi rincón, veo que a pesar de la ausencia de visitantes, no estoy sola, sino rodeada de los muebles del casamiento que aún conservan dentro la cristalería, la vajilla, la mantelería, las sábanas de lino bordadas.... Sólo los cajones con su ropa han sido vaciados, tanto ha quedado nuevo! En sentido figurado, claro está, porque todos los objetos llevan largos años aquí, no obstante, salvo uno que otro, se conservan muy bien.

Yo también fui hermosa alguna vez, reservada en aquellos días rigurosamente para el doctor, vestida de brocado en composé con la toalla de hilo rosa que se usaría eventualmente en auscultaciones. Ella no dejaba que nadie en la familia me tocara, y allí estaba yo, firme al lado de su cama, hasta que en vista de lo mucho que faltaba para la llegada de los nietos, un perrito pekinés pasó a ser su mascota mimada, al punto que los hijos lo miraban con recelo, increíble se les hacía verlo dormir extendido entre los almohadones de seda sobre los sillones o comer churrasquitos de lomo. A pesar de los manjares, el bicho de cara aplastada se empeñó en morderme hasta dejarme en este estado deplorable. Para bien de los hijos o mal de la señora que lloraba desesperada, el perrito fue robado en un descuido y, para balancear el disgusto, se organizó una fiesta por las bodas de plata, en la que ningún amigo y pariente estaría ausente; a la colección de objetos y muebles sin función, se sumó una caja enorme de cubiertos de plata más las copas de cristal, ya que ella desistió de su estreno, pues no alcanzarían para tanta gente; se optó entonces por los viejos vasos guardados, los dispares que iban quedando sin romper.
Ah, esas eran fiestas! De sillas desvencijadas contra tablones corridos y papeles de la fábrica extendidos, no sea que los manteles finos se manchen sin remedio! Fiestas añoradas, luego del fallecimiento de su esposo, cuando las visitas fueron escaseando hasta quedar una sola visitante implacable, que vino a buscarla un par de veces a su lecho de convaleciente, pero no se decidía, más bien jugaba con ella, haciéndola revolverse en su delirio, y consecuentemente manchar con sus heces los camisones y sábanas de diario.

Hoy escuché a los hijos preguntar a los nietos qué querrían llevarse, propuesta objetada por los jóvenes, ya que ¨nuevo¨, ¨sin uso,¨ no implica ¨actualidad¨, además la moda ya no dicta nuestras líneas curvas ni tampoco pretendo que nos lleven a arreglar a algún taller. Seguiré esperando paciente entre las cosas olvidadas, es nuestro destino y así lo aceptamos, algún día devendremos en fragmentos mezclados con tierra y cascotes bajo las fundaciones de una moderna torre de viviendas....

Fragmentos bajo tierra. Por Myriam B. Mahiques
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