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Monday, November 8, 2010

Certamen ¨Cuentos tradicionales en tiempos de Internet¨


Hoy he tenido el placer de recibir este primer premio del Certamen Cuentos tradicionales en tiempos de Internet. Más allá del premio, me gustó la experiencia, es mi primer concurso literario, en general mis publicaciones son técnicas. El cuento que mandé se llama Caperucita en los tiempos de Internet, y fue producto de mis propias reflexiones sobre Internet y los adolescentes: 

La joven tecleaba compulsivamente mientras su madre la miraba pensativa. La recordaba  pequeña, con ese tapadito rojo con capucha que le había cosido su tía, tan bonita a sus dos años, que se ganó el apodo de ¨Caperucita¨. Actualmente, vestía toda de negro, con los tintes rojos de la sangre que chorreaba simulada en su T-shirt, vestigios irreconocibles del rojo de la niñez. Finalmente, se decidió a hablarle, y calmada, le comunicó que su abuela tenía pocos días de vida.
No obtuvo respuesta ni reacción alguna,  a pesar que su cara iba cambiando según la luz que le reflejaba la computadora. De pronto se iluminaba en sonrisas o se transformaba en un zombie sin corazón, petrificada a veces, inquieta otras.
Ante la insistencia, la joven absorta respondió que lo lamentaba y qué podría hacer ella, tan ocupada estaba en responder a sus 450 amigos de Facebook, más los comentarios de tumblr. Y el celular, que beepeaba sin parar, danzando loco sobre el escritorio.
Presionaré un poco más, pensó la mujer, con la esperanza de convencerla y traerla de regreso a la vida real; propondría una visita, como obra de bien que alegre los últimos días de la abuela.
A regañadientes, ¨Caperucita¨ tomó su celular, las llaves del auto, su bolso, y manejó velozmente bajo el bosque de columnas de las autopistas de la ciudad. Sorteó varios autos, pasó al carril izquierdo, viéndolos como animales, todos ansiosos por llegar a sus guaridas, desquiciados en la hora pico, demorándola sin compasión. Poco concentrada en el camino, su fastidio iba en aumento, no parecía haber tenido otra opción salvo visitarla, más teniendo en cuenta que de lo contrario, sería castigada con la desaparición temporal de su laptop, un recorte en su economía dependiente, entre varias requisas a sus bolsillos, carteras, agendas.
Lo difícil sería mostrar un perfil. Tenía varios para sus chats, según la premisa del grupo, su personalidad se camuflaba de tal forma que ya casi no reconocía la propia. Podría ser sexy, convincente, zalamera, sobria, mostrar tristeza, u optimismo. Pero, qué le diría a la abuela? Tal vez, fuera buena idea tomar la próxima bajada y comprarle unas flores, o bombones ... (Podría comer bombones??).
Para cuando llegó, ya era de noche. La encontró serena, en su cama, esperando. Su cara, macilenta, consumida por la enfermedad, sus labios entreabiertos mostrando sus dientes postizos que parecían más grandes aún. El pelo, desgreñado, las manos como garras evidenciando los nudos de sus venas, el olor.... ese olor a muerte que sintió se le impregnaba en los poros.
Colocó la bolsa del shopping sobre la mesita de luz, y, sin saber qué hacer, sólo se atrevió a decir en un suspiro ¨-Abuela!-¨.
La vieja, abrió los ojos enormes y ¨Caperucita¨ vió reflejado en ellos el dolor de su soledad, que no era mitigado por su astucia, virtud no recedida ni siquiera en su vejez.
Ya se aprestaba a repetir algún cliché, cuando su celular brilló en la oscuridad de la habitación, marcándole varios mensajes. Y no pudo resistirlo.
Tecleó y tecleó con prisa, mudas ambas, sólo los clicks imperceptibles, hasta que la abuela resignada, en un susurro, expiró sus últimas palabras ´-lobos, lobos virtuales aquéllos que han devorado a mi niña dejándome a esta extraña!-¨  
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1 comment:

  1. Myriam FELICITACIONES!!! Primer premio!! Me da muchísima alegria que te hayan galardonado con la mayor distinción del concurso, que bien, espero con ansias tu primer libro. Un cariño grande

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