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Saturday, October 16, 2010

El primer concepto de la comunidad de osos en la literatura

Honoré de Balzac. Bajada de Revista Eñe


Según Wikipedia ¨La comunidad de osos es una subcultura  dentro de la comunidad gay. Se considera osos a los hombres gays  de cuerpo fornido y con vello  facial y corporal. Los osos exhiben una actitud masculina, rehuyendo generalizadamente del estereotipo de homosexual afeminado. 
Hay mucho debate en la definición de lo que es un oso. Algunos piensan que simplemente con identificarse con los osos se es uno de ellos, otros argumentan que se debe tener alguna de las características físicas como un cuerpo grande, vello facial o corporal.
El fenómeno social de los osos surge casi a finales de los años ochenta, dentro de la comunidad gay de San Francisco  (California, EE.UU.). Se trata de un movimiento alternativo nacido como respuesta al prototipo de belleza masculina imperante en la sociedad, consistente en dar gran importancia al cuerpo joven, esbelto y depilado o sin vello, y que es ensalzado en la publicidad y los medios de comunicación de masas.¨

Según Laura Ramos, en su artículo ¨Balzac, los osos y la homosexualidad¨ para Revista de cultura Eñe, la primera referencia sobre esta comunidad en la literatura es el personaje de Vautrin en La Comedia Humana de Honorato de Balzac, cuya primera edición data de 1842.
¨La mística de Vautrin, el corruptor, si se hace caso omiso al Mal que su personaje encarna, es la mística bear. (...) La descripción casi entomológica que hace Balzac de Vautrin parece dictar todas y cada una de las características que definen a un oso moderno. Balzac se usó a sí mismo como modelo al atribuirle a su oso un torso florido y complexión gruesa y musculosa, cabeza ciclópea y estatura baja. (En defensa de su tipo físico, Balzac decía que un cuello grueso y corto era ventajoso porque las ideas tardaban menos en ir del cerebro a la mano.) Pero además bendijo a Vautrin con la actitud bear : la amistad y la camaradería, el enaltecimiento de lo masculino, el distanciamiento hasta el rechazo por las formas femeninas.
Ninguna de las setenta y cinco novelas de Balzac, menos aún sus estudios filosóficos o de costumbres atrajo tantos enardecimientos literarios, sentimentales y políticos como Las ilusiones perdidas . 
Las ilusiones perdidas son, escribe Proust en su ensayo “Contra Sainte-Beuve”, las de Lucien Chardon, hijo de boticario con un lejano antecesor Rubempré por el lado materno: Lucien fracasa en su anhelo de hacer carrera como poeta en París y descubre que la mujer de la que se creía enamorado es un ser ridículo y provinciano, que los periodistas son unos canallas, que el mundo es implacable. Con el propósito de colocarse piedras en los bolsillos para tirarse a las aguas de un pozo, sube una cuesta al costado del camino. Antes de arrojarse se topa con Vautrin, un ex presidiario travestido en sacerdote español a quien se entrega para pagar sus deudas y volver a París a triunfar. (Ilusión en francés, y sobre todo en el francés balzaciano, rima con ambición.) Al encontrarse con la belleza lánguida de Lucien, que trae en sus manos un ramo de sedum , flor amarilla recogida bajo las piedras de un viñedo cercano, Vautrin se conmueve por su belleza y le murmura que con esos telefios parece el triste dios del himeneo. Esta evocación es toda una declaración amorosa, hermética para sus contemporáneos y además profética. Vautrin aludía al dios griego invocado en las ceremonias nupciales al cual los mitos atribuyen una muerte precoz y una extraordinaria belleza, al punto de confundirle con una muchacha. Vautrin ofrece a Lucien un cigarro y Lucien, luego de dos largas negativas, por fin lo acepta. “Padre, soy suyo”, le dice al tomar este cigarro lleno de símbolos, y sube a la calesa. Acaba de aceptar, con el cigarro, quince mil francos que lo salvarán de la deshonra. Poco después le escribe a su hermana Eve: “Mi querida hermana: te mando quince mil francos. En lugar de quitarme la vida, la vendí. Ya no soy dueño de mí, me he convertido en algo más que el secretario de un diplomático español, soy su criatura.” Los alcances de ese “algo más” no fueron detectados por ninguno de los críticos de la época, que hicieron trizas el libro calificándolo de “obra abyecta, innoble, inmunda”. Tuvieron que pasar más de cien años para que ensayistas como Susan Sontag y Richard Ellmann polemizaran en estudios críticos sobre la naturaleza sexual del cigarro de Vautrin.¨
Lo interesante de La Comedia Humana ha sido su desciframiento. Reconocida por Oscar Wilde, ninguno de los críticos de la época la aceptó, considerándola una obra abyecta, innoble e inmunda. Cien años más tarde de su publicación, ensayistas como Susan Sontag y Richard Ellmann discutieron en estudios críticos la naturaleza sexual del cigarro de Vautrin. El mismo Balzac parece haberse ocultado tras su personaje.
REFERENCIA:

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