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Friday, April 16, 2010

En Busca de la Perfecta Cannabis

Cannabis Sativa. De http://www.pharma.uzh.ch/research/neuropharmacology/


En su libro “The Botany of Desire”, Michael Pollan nos cuenta, en el capítulo 3 sobre marijuana, que alguna vez incursionó en la plantación de este ¨yuyo¨ (weed), más por curiosidad y remembranza de los viejos jardines de botanistas que por consumo. Así es que en los 80´s, plantó algunas semillas detrás de su granero. Las plantas crecieron en forma desmesurada, y él se preguntaba porqué no daban flor, que es la base del consumo. Su experiencia como cultivador de marijuana, termina abruptamente un día en que un señor le trae un cargamento de madera, y antes de descargarla, charlan animadamente, frente al desvencijado granero, a través del cual se veían las plantas de cannabis, que ya eran como árboles. En la conversación casual, Pollan le pregunta si ser conductor es su medio de vida, y el señor le responde que no, su profesión es la de jefe de policía de New Milford, de 9am a 5pm. La anécdota, muy divertida por cierto, culmina en que Pollan, terriblemente desesperado, inventa una artimaña para dejar la madera bloqueando la entrada, -lo cual era ridículo- y logra desembarazarse del policía. Acto seguido, toma un hacha, corta las plantas de marijuana y disimuladamente se deshace de ellas.
Si bien el escritor estaba aterrado ante la perspectiva de ser encarcelado, y la vergüenza que semejante situación conllevaría, luego reflexiona que en los 80´s, tal vez lo hubieran multado, pero, a lo largo de los años, las plantaciones de marijuana han sido producto de guerras de cartels y búsquedas incesante de la policía para evitar su consumo. Las penalidades por cultivo de cannabis, han llegado a ser tan altas que en algunos estados de USA la pena alcanza la cadena perpetua. Además que el culpable puede perder la propiedad donde se ubicaba la plantación.
Según Pollan, la práctica de fumar marijuana proviene de los escitas (Scythians) quienes en el año 700 A.C., y de acuerdo a Herodoto, ellos pondrían sus cabezas en pequeñas carpas diseñadas para atrapar el humo de las yemas de cannabis ubicadas en piedras al rojo vivo, hasta que se levantaban, danzaban y cantaban. En América, fueron los esclavos africanos quienes introdujeron esta especie vegetal.


En su investigación para su libro de botánica del deseo (que también trata de las manzanas, los tulipanes, las papas), Pollan descubre que sus semillas de cannabis no habían sido las adecuadas, a los fines del consumo, ya que eran de la especie ecuatorial ¨Cannabis Sativa¨, la que no se adapta a climas fríos. Éstas eran las plantas de inferior calidad de los comienzos de los cultivos domésticos. Pero para fines de los 70´s, la búsqueda del tipo de marijuana que florecería y se consumiría masivamente, había concluido. Los hippies norteamericanos, viajando por el camino del Hashish (Hashish trail) a través de Afganistán, volvieron a América con las semillas de Cannabis Indica, que los cultivadores de Hashish habían plantado por centurias en las montañas de Asia Central. El tipo Indica, crece de 4 a 5 pies y las Sativas llegan a 15 pies. Inicialmente, las Cannabis Indica se reproducían por sí mismas, pero los cultivadores empresarios, descubrieron que cruzándola con la Sativa, era posible lograr híbridos vigorosos que combinarían las bondades de ambas especies, desechando lo que no era deseado para el mercado. Surge así, una gran revolución en la genética de las cannabis, que tiene sus especialistas en Holanda, donde existen ¨viveros¨ que hibridizan, fertilizan y dejan bajo la luz durante 12 horas diarias  a las nuevas plantas que crecen felices en ese habitat quasi perfecto, logrando concentraciones de hasta un 20% de THC (el componente psicoactivo), contra el 2 a 3% de la marijuana ordinaria y el 5 a 8% del tipo con flor llamado ¨sinsemilla¨. Luego son procesadas y vendidas a los cafés holandeses que tienen licencia para consumo.

REFERENCIA.
Michael Pollan. The Botany of Desire. Capítulo 3. Desire: Intoxication. Plant: Marijuana. New York, 2001

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